Una crónica por la ruta del cacao en el oriente
peruano donde se halla un producto único para las comunidades awajún por su
valor monetario, aunque no lo beben con leche y azúcar como lo hacen las
familias limeñas en Navidad.
Por Alejandro Sullón Juárez
29 de marzo, 2015.- La fiesta de navidad me
sorprendió en una comunidad nativa, ubicado a tres días de camino a pie de
Chiriaco, capital del distrito de Imaza. Por la noche, luego de la congregación
en la iglesia nazarena donde la feligresía rindió devoción al nacimiento de
Jesús de Nazareth, los comuneros se iban concentrando en la casa comunal a
compartir la cena navideña.
Las mesas cubiertas con hojas anchas se fueron
surtiendo de diversas carnes de animales del bosque, yuca, plátano y baldes de
masato. ¿Y el chocolate? A pesar que en estas comunidades existen plantaciones
de cacao el chocolate nunca llegó. Por una sencilla razón, en estas comunidades
tan alejadas de los centros urbanos y de expendio comercial, el azúcar, la
leche y otros productos como el arroz no llegan fácilmente. Transportarlos
desde las tiendas comerciales del puerto fluvial de Imacita, ubicado a orillas
del Río Marañón, demanda mucho esfuerzo y costo.
El cacao es el único producto que pueden vender los
comuneros de Yanat, Sijiak, Wayampiak entre otras, transportando en sus hombros
hasta 25 kilos, por estrechas trochas, entre barrizales y quebradas, por tres
días de camino hasta llegar al puerto fluvial de Imacita ubicado a orillas del
Río Marañón y ganar 6.50 soles por kilo.
Jorge Fernández Sánches, cuyos apellidos mestizos
es otra historia que narrar y que dejamos para otra ocasión, es un nativo
awajún de la comunidad de Huantsa, del distrito de Imaza, a cuatro horas del
puerto fluvial. Recorre su parcela cosechando los frutos del árbol de cacao,
cuyas mazorcas crecen muy cerca del suelo, pegados al tronco, o en lo alto de
la planta. Abre el fruto y lo deposita en un balde donde fermentará y luego sacará
al sol para secar las semillas. Con el dinero que obtenga comprará los
cuadernos para sus hijos ansiosos por ir a la escuela.
Esa misma historia se repite en Mario Yatsupich,
cuyos dos hijos también tendrán que salir de la comunidad a estudiar en la capital
del distrito. Su único ingreso monetario para adquirir los útiles escolares
será de la venta del cacao. Esta historia es recurrente en el resto de la
comunidad y en todas comunidades nativas de la región Amazonas.
Apu máximo de 30 comunidades
En esta búsqueda del origen del cacao me encuentro
con Luciana Dekentai Bashian, presidenta de la Organización Central de
Comunidades Aguarunas del Alto Marañón (OCCAAM), jefa máxima de 30 comunidades,
algo sorprendente en una zona predomina la presencia del varón en los máximos
cargos comunales. Nos comenta: “El cacao siempre existió en mis
comunidades, era una fruta más, lo chupábamos, hacíamos refresco con su dulce y
la pepa la botábamos. No sabíamos que se podía tomar como chocolate de taza.
Ahora nuestro cacao es importante porque es el ingreso económico para sustentar
a la familia. Antes no sabíamos que tenía este valor. Ahora es el único ingreso
para mi pueblo indígena. Si el cacao baja su precio, todos estamos mal, el
cacao es nuestra moneda”.
“Una mujer puede sembrar cacao y tiene la esperanza
que va a obtener un ingreso económico. Mis paisanos venden su cacao para llevar
a sus hijos al colegio. Desde que salimos de nuestra casa hasta que regresamos
necesitamos dinero. Como líder awajún, necesito que se promueva la
investigación del cacao para mejorar su cultivo, y sea más rentable. Los
proyectos deben llegar hasta nuestras comunidades y no quedarse en la región o
en la provincia” prosigue Luciana.
Asociación Juvenil y su esperanza con el cacao
Haydo Wampusat Noningo es presidente de la
Organización Juvenil Intercultural para el Desarrollo de la Cuenca Amazónica
(OJIDECAM), cuya sede es la comunidad nativa de Temashnum, donde tienen 33
hectáreas sembradas actualmente, con una producción de 250 kilos por campaña,
muy baja al parecer del líder juvenil.
OJIDECAM se formó por jóvenes awajun entusiastas de
emprender el desarrollo de su comunidad, cuyo fin es generar trabajo con un
manejo adecuado del cacao, desde su siembra hasta la comercialización. Han
ganado el apoyo a un Plan de Negocios con Procompite, un fondo concursable
donde el Gobierno Regional Amazonas viene co-financiado su plan de negocios. A
través de la Gerencia de Desarrollo Económico los asesora en la cadena
productiva desde el manejo de la producción, formando técnicos para mejorar la
calidad del producto.
Octavio Salazar Díaz, representante del Gobierno
Regional, manifestó que construirán un secador solar para alcanzar una humedad
del 7 por ciento, apropiada para la exigencia del mercado nacional e internacional.
También vienen mejorando la fertilidad del suelo y el manejo de la poda para
alcanzar mayor productividad.
Denominación de origen
Para suerte de los amazonenses que vienen
promoviendo la denominación de origen de su cacao, hasta el momento en el
Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la
Propiedad Intelectual (INDECOPI) aún no lo han registrado. Los únicos productos
que tiene denominación de origen son: El Pisco, el Maíz Blanco Gigante del
Cusco, La Cerámica de Chulucanas, El Pallar de Ica, El Café de Villa Rica, El
Loche de Lambayeque, El Café de Machu Picchu-Huadquiña y La Maca de Junín.
Desde el 1 de octubre de 2012, se celebra en el Perú
el “Día del Cacao y del Chocolate”, en adhesión a un acuerdo pactado en Berlín,
Alemania, en una asamblea de la Organización Internacional del Cacao (ICCO). El
Perú es una de las naciones con mayor calidad en la producción de cacao. De
acuerdo a cifras del Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri) esta llegó en
el 2011 los 56.5 mil toneladas, generando alrededor de 5.7 millones de jornales
anuales, beneficiando directamente a más de 30 mil familias e indirectamente a
150,000 personas.
La denominación de origen le dará reputación por
sus características exclusivas, incluidos los factores naturales y humanos,
posicionará a la región en el mercado nacional e internacional, protegerá el
conocimiento tradicional que ha permitido conservar su entorno, en un cultivo
amigable con el ambiente geográfico promoviendo la protección de la
biodiversidad asociada, entre otros beneficios. Asimismo, abrirá muchas
oportunidades a los negocios y el turismo.
“Tenemos algo más para reforzar nuestro
certificación de origen, es el proyecto de agua potable y saneamiento por parte
de Amazonía Rural. Vamos a vivir mejor, estamos orgullos de seguir
mejorando, y mantener nuestro medio ambiente” manifestó Haydo Wampusat. Para
bien del distrito de Imaza, el Ministerio de Vivienda a través del Programa
Nacional de Saneamiento Rural tiene proyectado ejecutar 33 proyectos de agua
potable y saneamiento en 33 comunidades nativas.
Luciana de la OCCAAM, Haydo de OJIDECAM, Jorge y
Mario de la comunidad de Huantsa, están contentos con su cacao, y lo están
mucho más porque pronto podrán preparar su chocolate con agua potable si así lo
desearan.
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