Una
mala noticia se suma a los desastres naturales que han dejado una estela de
destrucción, muerte y miles de damnificados en el norte, Lima y otras zonas.
Pero, a diferencia de los desastres que son producto de las fuerzas ciegas de
la naturaleza, esta mala noticia proviene de los Valles de los Ríos Apurímac,
Ene y Mantaro (VRAEM) y es producto de fuerzas racionales.
En
efecto, se trata de una emboscada de francotiradores del clan Quispe Palomino a
un convoy policial ocurrido en Cumunpiari, hoy sábado 18 de marzo, a las 7.15
am, a 30 minutos de Palmapampa, que dejo tres policías muertos: Antonio
Gómez Gómez, Darwin Tipe Fernández, y un tercero cuyo nombre no se divulgo.
Asimismo, dejo dos policías heridos: Jordán Condori Zela y Bernis Torres
Bustamante.
Este
convoy, según fuentes de la zona consultadas, de personal policial de la
Divoead de Palmapampa se desplazaba a Pichari a pasar operatividad de sus
vehículos. Es en esas circunstancias que se produjo la emboscada que dejo,
hasta el momento, dos policías muertos y dos heridos. Otras fuentes señalan que
son tres policías abatidos.
¿Era esta emboscada al convoy policial por parte de
los miembros del clan Quispe Palomino impredecible como, en gran medida, lo
sigue siendo la naturaleza? De ninguna manera. Esta
emboscada de francotiradores de esa narco-organización era absolutamente
previsible. ¿Porque?
Es
evidente que esta organización preparo con tiempo esta emboscada en una zona
donde ya no operaba desde el 2013. Se veía venir. No fue espontáneo. El
silencio de los Galil, desde el abatimiento de “Alejandro” (20 de mayo del
2016) era el preludio de esta emboscada. Y eso lo sabía las FFAA del VRAEM.
La
experiencia lo demuestra. El 5 de diciembre del 2005, ocurrió una emboscada
similar en Puente Catute, que divide los distritos de Santa Rosa con San
Francisco, que dejo 5 policías muertos y un número parecido de heridos. Ahora,
fue la emboscada fue en Comunpiari, muy cerca de Puente Catute.
¿Es un ataque “terrorista” o “narcoterrorista”? ¿Buscaron el 2005 o el día de ayer tomar el poder y
destruir el Estado con la “guerra popular democrática”? No. Ni es un ataque “terrorista” o
narcoterrorista, ni están desarrollando la “guerra popular democrática”. Eso
que lo crean los ilusos. Ese es el discurso oficial.
Tanto
la emboscada del 5 de diciembre del 2005 como el del día de ayer viernes es un
golpe a los policías que, en medio de la falta de voluntad política del
gobierno para luchar contra el narcotráfico y el absoluto desinterés de los
militares, realizaban limitadas labores de interdicción en una zona que produce
más de 200 toneladas de cocaína.
Es una
emboscada o golpe a quienes, en medio de la convivencia militar y el
narcotráfico (si, convivencia, eso es lo que hay en el VRAEM), combaten la
producción y tráfico licito de drogas que no tiene casi ningún problema (salvo
los policías de Palmapampa) para su funcionamiento. Es un golpe a lo mínimo de
lucha antidrogas que hay, hoy en día, en el VRAEM.
En
suma, esta emboscada puede significar la reactivación de la narcoguerra en el
VRAEM. Una narcoguerra que, precisamente, se viene librando desde el 2005 y que
tiene como objetivo dejar el camino libre al funcionamiento de la industria de
la cocaína más importante del mundo asentada en esta zona.
Y, por
otro lado, esta emboscada forma parte de la velada y encarnizada disputa por
los cupos de los narcotraficantes. No el amor a la “revolución” sino al
narcodinero. Qué duda cabe que los móviles no son ideológicos, son económicos.
Son negocios. A buen entendedor pocas palabras.
Fuente: Jaime
Antezana Rivera
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