lunes, 31 de octubre de 2016
COSTUMBRES ANTIGUAS DE LA CIUDAD DE SAPOSOA : EL TOLENTON
En el
Día de los Difuntos, solían colocar en mesitas a las puertas de sus casas: potajes
que gustaron a sus parientes muertos y quienes comían o recogían esas viandas
eran grupos de muchachos que guiados por uno que representaba un ángel con alas
de cartón, recorrían en ese afán la población, gritando: ¡Chiàn!
¡Chiàn!¡Chiàn!.
Habría
que mencionar también a los tradicionales “responseros”, que eran personas a
falta de curas, eran expertos en decir ”responsos” por los muertos, que, entran
en las casas y pronuncian sus oraciones.
Otro
hecho, antes en Saposoa, eran las tétricas escenas de los animeros o sacadores
de almas y el tolentón, acto alegórico en las calles de ángeles, diablos y
muertos. Ambos con ocasión de los Días de todos los Santos y de los Difuntos el
1ro. Y 02 de Noviembre. Un demonio con túnica negra hasta la cabeza, largo cordón,
arco y flecha, perseguía a cuatro almas, con túnicas blancas y también con
cordones colgantes, a quienes trataba de defender un ángel con túnica y alas
blancas y un pendón igualmente blanco. Cuando el diablo atacaba a las almas, el
ángel se interponía entre aquel y ellas agitando el perdón. Iban asì por las
calles con un violinista que tocaba y canta lúgubremente: Que quieres hombre
perdido vivir sumido en el pecado mira que el mundo te engaña y en el Infierno
seràs quemado y las almas respondían :TolentònTolentòn. El demonio a veces, salía
del grupo y simulaba flechar a los espectadores y azotarlos con el cordòn (que
generalmente lo hacía porque se encontraba borracho), los niños se apretujaban
a sus madres llenos de temor. Miedo, temor, que aumentaba con la noche. Al caer
ésta, el Grupo del Tolentòn, se dirigía a la casa del Mayordomo, donde se
velaba al Cristo de la Agonía y calaveras humanas.
El
conjunto fúnebre volvía a recorrer las calles, seguido a corta distancia por
mujeres con negras mantas hasta la cabeza y lamparitas de aceite rezando con un
gangoso murmullo. Estas mujeres representaban a las ánimas bajadas del
Purgatorio. Precisamente, esa noche de todos los santos, víspera del Día de los
Difuntos, noche siempre tormentosa con relámpagos y truenos, los animeros,
ciertos hombres más valientes del lugar (se dedicaban a sacar almas del
cementerio o de cualquier paraje tenebroso como barrancos, bosques, invocándoles
y tañendo una campanilla y un violín. Levántense almas benditas a rezar un
Padre Nuestro y un Ave María por las almas del Purgatorio.Y las almas salían
con un extraño rumor, los animeros con ellas detrás, rezando y tañendo la
campanilla y el violín recorrían las calles de la población provocando un
cierrapuertas general de espanto, siendo las almas finalmente devueltas a sus
lugares de origen después de rezar un momento en la casa del Mayordomo, donde
entonces se apagaban todas las luces de las lamparitas de aceite.
Uno de
los animeros todos los años era el ciego violinista Lizardo Hoyos, guiado por
un lazarillo. Hay un hecho muy curioso vinculado al Tolentòn que sucedió en
Saposoa: los tolentones estaban muy borrachos y al pasar frente a la Sub
Prefectura se acordaron de los abusos que cometía el Sub Prefecto y entraron
violentamente danzando a la oficina y le dieron azotes hasta en el suelo al Sub
Prefecto, quién luego les hizo perseguir con un gendarme malazo que había, los
tolentones en su fuga como estaban borrachísimos, a la altura del Barrio Chontamuyo,
se enredaron en sus túnicas largas cayendo a una zanja, allì los apresó el gendarme
y a espadazos los llevó a la cárcel. Parece que desde ese incidente se suprimió
el Tolentòn en Saposoa.
En
Piscoyacu, tambièn se celebraba el Tolentòn, pero los piscoyaquinos le decían
el Tolintòn. Un devoto o cabezón (Mayordomo) organiza la velación de los
difuntos en su casa, con abundantes licores y panecillos típicos, comidas
preparadas de aves de corral. Se vela al Cristo de la Agonía en un altar donde
hay extendida una manta negra con blancas imágenes de calaveras y huesos
humanos.
La
noche del 31 de Octubre danzan los concurrentes frente al altar, al son de un
violìn y un didìn (tamborcito y quena) consumiendo a su vez los licores y las
comidas. A las 12 de la noche para el baile salen, los concurrentes a recorrer
el pueblo, bailando, luego regresan a la casa del devoto a continuar la velada
hasta las 6.00 a.m. del día 1ro. de Noviembre, estos exhaustos se ponen a
descansar, mientras que los niños de 2 a 12 años se reúnen en la casa del
cabezón y van en grupos a visitar las demás casas del pueblo, gritando:
Angeles, Angeles, Angeles, los moradores les lanzas bolsas de maní, maíz
tostado, humitas, tamales, en la creencia de que sus muertos recibirán gracias
divinas por esa acción. Y a las 4.00 p.m de ese mismo dìa 1ro.de Noviembre de
la casa del cabezón salen los tolentones: 6 ù 8 personas envueltas en sábanas
blancas, con cordones colgados de la cintura, con máscaras o pintarrajeados los
rostros y generalmente llevan un bastón, palo labrado o rama con un bodoque de
trapo o fruto de huingo amarrado en el extremo superior con el que golpean en
la cabeza a los muchachos en las calles, a todos los que encuentran, a los
adultos, además les encaran todos sus pecados y van cantando: El tiempo que yo
he vivido mi cabeza me ha dolido Tolintòn,Tolintòn .Esta tonadilla esa acompañada
por un violinista con música fúnebre.
Los
tolentones representan a las almas que están penando en el Purgatorio, de donde
bajan en la víspera del Día de los Difuntos a la tierra para asustar a los
vivientes.
Carlos
Velásquez Sánchez
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