Las rondas nacieron porque en Chota, cerca del
camino a Bambamarca,
había robos todas las noches. Teníamos que
mantenernos despiertos toda
la noche y traer nuestro ganado adentro de la casa.
De mis abuelos primero
los ladrones les robaron dos vacas, luego tres
ovejas y luego se metieron a
única manera de defendernos era si nos organizábamos.
Le dije así a la gente:
“Creo que deberíamos organizar rondas. Mientras
unos duermen, otros
cuidarán nuestras casas”. (Régulo
Oblitas, fundador de la primera ronda,
Cuyumalca,
Chota, Perú)
La primera ronda se formó en la comunidad de
Cuyumalca el 29 de diciembre de 1976[ii]. Cuyumalca está ubicada en lo alto de la
ciudad de Chota, capital de la provincia del mismo nombre, junto al camino que
lleva a Bambamarca, capital de la provincia vecina de Hualgayoc. En 1976, la
mayoría de sus residentes eran campesinos pobres que vivían en casas dispersas
a lo largo del campo. La mayoría de ellos, al menos los hombres, eran alfabetos
porque desde hace tiempo había una escuela primaria en la comunidad y, ya que
Chota estaba cerca, algunos habían cursado la secundaria.
Un afortunado puñado pudo incluso continuar sus
estudios en la universidad. Según los campesinos, el robo durante los años
setenta se volvió endémico. Uno de ellos recuerda: “Los corrales, los perros,
ya no detenían a los ladrones. Hasta se recurrió a guardar los animales dentro
de las casas, pero igual robaban golpeando o matando a sus dueños”. Otro decía:
“Criamos para otros”[iii]. Los vecinos,
temerosos de las represalias de los ladrones, rara vez ofrecían ayuda.
La
principal figura responsable de organizar una respuesta fue Régulo Oblitas. En
1971, a los 34 años, y luego de haber completado la educación primaria y de
haber trabajado un par de años en la hacienda azucarera costeña de Tumán,
Oblitas había sido designado teniente gobernador de Cuyumalca. En 1972 ayudó a
coordinar el censo nacional en su comunidad, dividiendo a la población en
sectores, un esquema que luego aplicaría a las rondas. En 1976 fue designado
teniente gobernador por segunda vez. Era un católico comprometido y un
catequista activo, que formaba parte de una extensa red de laicos organizada
por su parroquia en Chota.
Oblitas
comenta que se preocupó por el tema porque le habían robado tres veces a sus
abuelos. La idea de organizar rondas no surgió de la nada. En Tumán, Oblitas
había participado en rondas nocturnas para proteger la hacienda y se le ocurrió
que podía hacer lo mismo en Cuyumalca. La idea era suya, si bien la había
discutido con personas de confianza, entre ellas un sacerdote español que le
instó a seguir adelante. Presentó por primera vez el proyecto en Cuyumalca, en
una asamblea a principios de diciembre. Sin embargo, por temor a las
represalias de los abigeos o del Estado, fue rechazado por la mayoría.
Durante 1976, los ladrones se metieron ocho veces a
la escuela de Cuyumalca. El último robo ocurrió en diciembre, cuando se
llevaron los instrumentos musicales de la banda[iv].
Se produce el robo por cuarta, quinta vez, de un
centro educativo y ese es el motivo que origina el surgimiento […] de los
grupos de rondas. Es decir, no fue un gran asunto. No fue un robo de diez
vacas. No fue una muerte de dos o tres campesinos. No fue la corrupción de una
autoridad el motivo […] fue el robo a una escuela […] Allí en Cajamarca tener una
escuela en una comunidad es motivo de progreso, de desarrollo. Perder una
escuela es signo de que a una comunidad le quitan lo más importante. (Óscar
Sánchez)[v].
El 29
de diciembre de aquel año, los maestros, que pensaban que los ladrones podían
ser campesinos de la propia comunidad, convocaron a cuatro guardias civiles de
Chota para que investigasen el asunto. Su llegada representó para Oblitas la
oportunidad que necesitaba. Por sugerencia suya, estas personas instaron a la
asamblea de campesinos a formar rondas para vigilar el colegio durante la
noche. Esta vez respondieron afirmativamente, así como también aceptaron el
consejo de Oblitas de que rondaran la comunidad entera. En el acta formal de la
asamblea figura la siguiente anotación:
En la estancia de Cuyumalca, siendo las 2:00 pm.
del día veintinueve de diciembre de mil novecientos setenta y seis, reunidos
los ciudadanos de dicha comunidad, luego de intercambiar ideas se llegó al
acuerdo de organizar “rondas nocturnas” para defender los intereses del centro
educativo y de toda la comunidad a consecuencia de los continuos robos que se
vienen suscitando en agravio de dicho centro y de algunos vecinos […] Esta acta
tiene la finalidad de organizar a la comunidad y solicitar la licencia
respectiva para que sea posible comprar armas. El encargado de organizar las
rondas será el Teniente Gobernador .
Esa
misma noche, diez campesinos participaron en la primera ronda. Al día
siguiente, Oblitas notificó al subprefecto de la provincia, Augusto Yngar
Garay, de la formación de la ronda y solicitó su autorización oficial. El
subprefecto respondió el 6 de enero:
El que subscribe, Sub-Prefecto de la provincial de
Chota, AUTORIZA el funcionamiento de las Rondas nocturnas de la fuerza Cívica
de la Estancia de Cuyumalca, correspondiente al Sector […]; cuya finalidad es
la de vigilar la estancia contra los robos que vienen ocurriendo en la
expresada Comunidad, siendo función principal de los Jefes de cada brigada,
organizar los grupos por sectores, para incursionar durante la noche en el
control contra los autores de robos y capturarlos, poniéndolos a disposición de
las autoridades competentes de la provincial .
Vale la pena resaltar tres puntos. En primer lugar,
los propios campesinos organizaron la ronda. Esta no fue creada por gente de
afuera ni para servir a intereses externos. Fue el resultado de una necesidad
de los campesinos y, más que todo, de los esfuerzos de una persona: el teniente
gobernador Régulo Oblitas. Por otro lado, Oblitas no era un campesino sin
experiencia. Tenía cierta educación, había trabajado en la costa y poseía una
experiencia previa de liderazgo. Era catequista y el representante formal del
Estado en Cuyumalca. Este patrón se repetiría una y otra vez. Nora Bonifaz
entrevistó a 32 de los primeros líderes ronderos: todos habían trabajado
previamente en la costa, cinco habían participado en luchas para formar
sindicatos en las haciendas azucareras, 25 habían servido al ejército, y ocho
eran tenientes gobernadores cuando se formaron las rondas[viii].
En segundo lugar, quizás la idea nunca hubiese sido
aceptada si no hubiera sido por la aprobación de las autoridades del Estado.
Oblitas, como teniente gobernador, representaba al Estado y disfrutaba de la
legitimidad que este le confería. También los maestros, la policía que vino a
investigar el robo y el subprefecto. Su apoyo fue vital para superar la
resistencia de los campesinos.
Sin
embargo, y en tercer lugar, el apoyo oficial no era incondicional. Desde el
inicio hubo una tensión entre la visión de los campesinos y la del subprefecto.
El documento firmado por los campesinos hablaba de la organización de la
comunidad para defender su propiedad e intereses, manifestando implícitamente
el deseo de que la ronda estuviera bajo su control autónomo. La autorización
del prefecto especificaba que los ladrones capturados debían ser entregados a
la autoridad, implicando esto la subordinación de la ronda al Estado. La
tensión entre autonomía y cooptación sería una constante en la historia de las
rondas.
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