Se refiere al ano, que es la
desembocadura del conducto excretor del sistema digestivo, no solo del ser
humano, sino también de los animales.
Claro que es un tabú. Pocas personas o
casi nadie hablan del tema. Sin embargo, es un asunto prioritario en la vida
humana actual.
Cuando niño, la mamá es la persona
encargada en mantenerlo limpio: con papel higiénico, gasa, pañal y sobre todo
lavándolo con agua y jabón. Con la punta del húmedo pañal, la mamá extrae los
restos de excretas que se han regado por las vías urinarias y el órgano
reproductor. Es preocupación fundamental de la fiel progenitora que esas partes
del bebé se mantengan limpias. Ocurrieron casos de niños que han sufrido
severas infecciones por el descuido de no mantener limpias estas partes. Los
servidores de la salud persisten con ahínco en la realización de ésta
actividad.
Cuando va creciendo la persona, deja de
ser bebé y ya puede hacer sus cosas de manera independiente, se la deja este
cuidado a ella. Generalmente el paso de una etapa a otra se da sin que ni
progenitora ni hijo hayan cumplido un protocolo de
traspaso. De a pocos, el pequeño va experimentando que se encuentra en
condiciones de hacer sus cosas por su propia cuenta y hasta le ruboriza que la
madre se entrometa en estos asuntos, considerados como muy personales. El tema
de ésta limpieza ya no es tocado para nada porque posiblemente existen otros
que son prioritarios. Se le deja al infante hacer lo que sabe y puede,
dejándole libertad plena, porque ahora tampoco se deja limpiar por la mamá. A
ésta altura, la limpieza generalmente se hace con papel higiénico en las
ciudades, con hojas de plantas y coronta de mazorca de maíz en áreas rurales ¿Y
el agua? “No, la limpieza con agua se hace a los bebés”, piensa la mayoría. Así
pasa el tiempo todo el resto de vida de la persona, limpiándose sin agua ni
jabón.
En realidad, la limpieza con agua y
jabón es la única forma que realmente deja libre de restos de excretas la
desembocadura del conducto excretor.
Aquí hay otro factor que tratar. Cuando
la alimentación es correcta, según el mandato natural, con la ingesta de
carbohidratos, proteínas y vitaminas, en proporciones correctas, en lo posible
tal como provienen del centro de producción, con poca cocción y sin
transformaciones químicas, la excretas alimenticias son expulsadas en su
totalidad, casi sin dejar restos en ésta parte terminal, debido a que los
alimentos son ingeridos con todas sus características naturales (incluidas las
fibras). Sin embargo, esa forma de alimentación ahora parece una utopía, porque
los alimentos ingeridos no son naturales sino alterados: fritos, químicamente
transformados, licuados y colados para sacarles sus fibras ¿Qué digestión buena
se espera con este tipo de alimentación? Además de generar enfermedades de
corto y mediano plazo, la emisión diaria de excretas de todas maneras deja
abundantes restos, que con papel u otros objetos no pueden ser limpiados en su
totalidad. Entonces, de todas maneras la limpieza con agua y jabón se hace una
práctica insustituible.
En cambio, en la sociedad pulula el tabú
de éste tema como si se tratase de mamás y bebés, y no del resto de la
población. Sin embrago, el asunto involucra a la totalidad de la comunidad. Se
hace necesario el cultivo de la cultura del potito limpio de los seres humanos,
de todas las edades y en todo el planeta. Los servicios higiénicos deben
construirse con la inclusión del espacio y el equipo para el lavado con agua y
jabón, la tasa debe tener la altura y la inclinación como para que la postura
humana sea acorde al requerimiento natural que facilite la expulsión total.
Paralelamente, realizar el fomento de una política de alimentación sana, lejos
de las frituras y de las transformaciones químicas; por lo contrario, se debe
insistir en el fomento de la ingesta necesaria de alimentos naturales, con sus
respectivas fibras, tal como Dios manda.
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