Tristeza, rabia y dolor provocó la desaparición del
río Sambingo, en Colombia, a consecuencia de una grave sequía ocasionada por el
fenómeno “El Niño”. A esta situación también contribuye la actividad minera
ilegal.
La desaparición del Sambingo fue comprobada en una
operación conjunta contra la minería ilegal ejecutada por la Tercera División
del Ejército, la Fuerza Aérea y la Fiscalía.
Las autoridades que confirmaron la desaparición del
río ubicado en el departamento del Cauca, reportaron dramáticas imágenes de
desolación y sequía.
El Brigadier General Luis Fernando Rojas,
comandante de la Tercera División del Ejército Nacional, indicó que el río
suministra agua potable a toda la población del municipio de Bolívar, hasta su
desembocadura en el río Patía.
Sambingo forma parte de la cuenca hidrológica más
importante del océano Pacífico, y aún queda fresco en el recuerdo que el 2014
protagonizó una avalancha invernal que dejó cinco muertos y ocho desaparecidos.
La riqueza fluvial del Sambingo, era abundante y en
su camino hacia el Pacífico recorría casi 150 kilómetros de montañas, cañones y
bosque tropical.
La incógnita de aquellos que lloran la desaparición
del primer río de Colombia es si el cauce del Sambingo retorne junto a las
lluvias invernales.
Minería ilegal
El estado actual del río Sambingo no solo es
consecuencia del fenómeno El Niño sino también de la minería ilegal que ha
causado enormes grietas producto de la explotación, que según las fuentes
oficiales dejaba ingresos cercanos a $3.000 millones de pesos mensuales.
Aquella cifra es irrisoria comparada al enorme daño
ambiental causado por la minería ilegal.
La recuperación de todo ese ecosistema costaría
cerca de $100.000 millones de pesos colombianos, afirman los expertos.
En la operación denominada “Espartaco” se
incautaron 5 retroexcavadoras, una clasificadora y otros elementos empleados
para la actividad ilícita con un valor cercano a $2.400 millones.
En los
alrededores del área las autoridades observaron la desaparición de varias
especies que se extinguieron debido a la actividad depredadora y la afectación
directa de 360 hectáreas de bosque nativo.
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