En la provincia de
Atalaya (región Ucayali), en la frontera entre Perú y Brasil, se encuentra el
distrito de Yurúa, un lugar inédito lleno de una riqueza cultural y natural
envidiable, que contrasta fuertemente con las difíciles condiciones de vida que
sus habitantes enfrentan día a día.
Yurúa es el paraíso
si lo vemos como uno de los últimos rincones del país donde se puede ver a la
Amazonía cara a cara, casi intacta, idílica en toda su magnitud. Desde el
cielo, en la avioneta (única vía de acceso), se ve la inacabable alfombra verde
tupida que caracteriza el bosque cuando está sano y que llega literalmente
hasta el borde de la plaza de Puerto Breu, su capital. Ya abajo, en tierra
firme, la diversidad cultural de su población se hace evidente casi de inmediato,
y se vuelve fascinante al recorrer el territorio por el río, donde encontramos
a familias enteras pescando zúngaros gigantes y acampando en las playas durante
esta época del año.
Al mismo tiempo puede
ser un escenario poco prometedor si lo vemos como uno de los últimos rincones
del país donde se viven las dramáticas consecuencias por la ausencia del
Estado. Donde una apendicitis te mata sí o sí,
donde ser maestro es un acto heroico, y donde el costo de la vida es
ridículamente alto, al punto que todo (agua, jabón, lapiceros y cuadernos,
cemento y hasta combustible) cuesta el triple que en el resto del país.
Por el momento la
apuesta de la Municipalidad Provincial de Yurua es fortalecer la conexión aérea mediante
el mejoramiento de su aeródromo (para recibir más avionetas y otras naves más
grandes, con capacidad para traer más gente y carga a menos precio durante todo
el año) y gestionar más acuerdos comerciales con Brasil, para poder adquirir
bienes de consumo indispensables a precios más razonables. Todo esto en el corto plazo.
Las siguientes
imágenes intentan recoger ambos lados de la historia con la finalidad de llamar
la atención del Estado Peruano y las organizaciones de la sociedad civil sobre
la situación de esta y otras poblaciones que viven en las fronteras del Perú, y
así propiciar el debate necesario para definir cómo se atenderán las
necesidades en estas zonas.
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