viernes, 11 de septiembre de 2015

LOS HUMANOS : UNA ESPECIE NO SOSTENIBLE DE SUPERDEPREDADORES

Una investigación canadiense revela una nueva visión detrás de las extinciones generalizadas de fauna: el superdepredador humano, que da prioridad a los beneficios a corto plazo, y provoca cambios extremos en las cadenas de alimentación de todo el mundo. Según los científicos, los humanos tienden a cazar adultos de otras especies en índices hasta 14 veces superiores a otros depredadores, con una explotación particularmente intensa de carnívoros terrestres y peces.
Una investigación publicada hoy en la revista Science por un equipo dirigido por Chris Darimont, profesor de Geografía en la Universidad de Victoria (Canadá), presenta una nueva visión detrás de las extinciones de fauna generalizadas.
La forma en la que los humanos matan a otras especies en plena edad reproductiva puede haber tenido implicaciones profundas en sistemas terrestres y marinos
Según este estudio, la forma en la que los humanos matan a otras especies en plena edad reproductiva puede haber tenido implicaciones profundas tanto en los sistemas terrestres como marinos.
La extinción masiva y la reestructuración de las redes alimentarias y los ecosistemas son "resultados extremos en los que los depredadores no humanos rara vez se imponen", explica Darimont.
Para evaluar la naturaleza de la depredación humana en comparación con la no humana, los investigadores llevaron a cabo un análisis de 2.125 especies de depredadores de diferentes partes del mundo, en entornos marinos y terrestres.
Los resultados revelan que los humanos tienden a cazar adultos de otras especies en índices hasta 14 veces superiores a otros depredadores, con una explotación particularmente intensa de carnívoros terrestres y peces.
"Nuestra tecnología tiene una capacidad de asesinato perversamente eficiente. Los sistemas económicos globales y la gestión de recursos, que dan prioridad a los beneficios a corto plazo para la humanidad, han dado lugar al superdepredador humano", dice Darimont, también director científico de la Fundación Raincoast Conservación. "Nuestros impactos son tan extremos como nuestro comportamiento y el planeta sufre la carga de nuestro dominio rapaz".
"Nuestra tecnología tiene una capacidad de asesinato perversamente eficiente", dice Darimont
Los seres humanos cazan y matan a los grandes carnívoros terrestres –tales como osos, lobos y leones– en una proporción nueve veces mayor a la tasa en la que estos animales depredadores se matan unos a otros en la naturaleza.
Con respecto a las industrias pesqueras, los autores descubrieron que los efectos de la depredación eran incluso más pronunciados en el océano Atlántico, lo cual, según los científicos, es resultado de una explotación masiva más prolongada, y refleja cómo la escasa cantidad de ejemplares de una presa puede llevar a una aprovechamiento agresivo.
Este comportamiento de depredación tan particular de los humanos puede tener impactos significativos en los ecosistemas ya que, por ejemplo, altera los fenotipos morfológicos y de recorrido vital de otras especies, modifica la capacidad reproductiva de las poblaciones y transforma las interacciones ecológicas de las redes alimentarias.
A por las presas adultas
"Mientras que los depredadores se dirigen principalmente a las crías, los seres humanos se decantan por el 'capital reproductivo' explotando a las presas adultas", apunta Tom Reimchen, coautor de la investigación y profesor de Biología en la misma universidad canadiense.
Reimchen formuló originalmente estas ideas durante una investigación a largo plazo con peces de agua dulce en un lago remoto en Haida Gwaii, un archipiélago en la costa norte de la Columbia Británica (Canadá). El conjunto de datos del estudio incluye la vida silvestre y tropical, a los sistemas de pesca de todos los continentes y océanos, excepto la Antártida.
Los autores piden urgentemente reconsiderar el concepto de ‘explotación sostenible’ en la gestión de la vida silvestre y la pesca. Argumentan que un modelo realmente sostenible significaría un cambio cultural, económico e institucional que ponga límites a las actividades humanas para seguir más de cerca el comportamiento de los depredadores naturales.


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