lunes, 23 de julio de 2012

BRAULIO Y NILER

Luis Ordóñez
        Solemos enaltecer las virtudes de las personas cuando fallecen. Pocas veces sacamos lustre de esas virtudes cuando la persona está viva, mucho menos hacerla conocer directamente. A veces estamos esperando el mínimo error de la persona para agrandarlo y divulgar a los cuatro vientos, procurando minimizar las grandes virtudes que la caracterizan.
   Saposoa ha sufrido el deceso de cuatro personas, entre ellas Braulio Fernández y Niler Perdomo.
   Braulio Fernández arribó muy joven a Saposoa desde Trujillo, por la impetuosidad del balompié y junto a su hermano Canisio Fernández integraron el glorioso Saposoa Fútbol Club. Según mis modestas evaluaciones, si Braulio era un buen deportista, en la cancha Canisio era toda una estrella que hacía una dupla perfecta con Antonio Serrano. Canisio y Serrano son leyendas del fútbol Saposoino que merecen no solo un comentario, sino, los nombres de estos dos ilustres personajes ya están escritos con letras y tintas especiales en las páginas doradas de la historia de nuestros corazones. Pero, Braulio estaba allí, junto a Canisio y Antonio. Si en la cancha eran auténticos acróbatas, que hacían maravillas con el balón; en cambio, en las calles quedaron embelesados y sucumbieron ante las arrebatadoras bellezas de las mujeres saposoinas. Se unieron a sus parejas, formaron sus hogares y se quedaron a vivir en Saposoa. Braulio nos dejó producto del cáncer. Que su alma more en el reino de Dios. La esposa e hijos reciban las condolencias mas sentidas por esta irreparable pérdida.
Níler Perdomo también nos dejó. Hace tres años, tras sagaces movidas de Martha, su esposa, Niler fue sacado de un centro hospitalario de Tarapoto y trasladado a Lima, fue internado y operado al corazón. La recomendación principal era no realizar esfuerzos. Junto a Waldemar Rengifo, Teófilo Ríos y Reynaldo Solsol, eran los cuatro trabajadores de la Agencia Agraria Saposoa, naturales del distrito de Sacanche. “Esta es una invasión de Sacanchinos” comenta un visitante a dicha Agencia; y además agrega, que en la Agencia de Bellavista ocurre lo mismo. “No es que está mal, sino que son los resultados del antiguo Colegio Agropecuario de Sacanche, que formaba técnicos agropecuarios; así como el Colegio Industrial de Saposoa formaba carpinteros y metalúrgicos” inquiere otra persona. Níler estaba construyendo una casa en el asentamiento humano Francisco Izquierdo Ríos. Estaba iniciando el techado. Le llegaban las calaminas y se dirigió a verificar. Al despedirse de sus trabajadores y subir la moto sufre el infarto cardíaco. Le llevan al hospital y fallece. Pero, antes de dirigirse a su construcción, en la Agencia Agraria ofrece dar unas vueltas a la secretaria Nancy como quien realiza algunas gestiones laborales. Al retorno, Niler canta y mueve el cuerpo al son de una cumbia. Alguien le informa de la venta de lotes urbanos en el sector cancha vieja, “como a ti te gusta construir”, le bromea. “No coleguita, ya no quiero mas lotes aquí en la tierra, quisiera uno en el cielo” fue la respuesta categórica. Seguía bailando. Agrega que tiene un almuerzo histórico con familiares que llegaron de Lima, de Juanjui y Tarapoto. El acto se realizaría en su chacra de Piscoyacu donde produce abundante y dulce naranja. “Ya todo está listo. Mi mujercita ha hecho un rico preparado sacanchino, con bastante maní y bujurquis gordos” agregó en medio de ancha sonrisa. Se despidió de sus colegas, subió la moto y se fue. Y Niler se fue para siempre de esta tierra y ahora está en el cielo con Nuestro Dios Padre. Que descanse en la paz del Señor.

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