Luis
Ordóñez
Solemos enaltecer las virtudes de las personas
cuando fallecen. Pocas veces sacamos lustre de esas virtudes cuando la persona
está viva, mucho menos hacerla conocer directamente. A veces estamos esperando
el mínimo error de la persona para agrandarlo y divulgar a los cuatro vientos,
procurando minimizar las grandes virtudes que la caracterizan.
Saposoa ha sufrido el deceso de cuatro
personas, entre ellas Braulio Fernández y Niler Perdomo.
Braulio Fernández arribó muy joven a Saposoa
desde Trujillo, por la impetuosidad del balompié y junto a su hermano Canisio
Fernández integraron el glorioso Saposoa Fútbol Club. Según mis modestas
evaluaciones, si Braulio era un buen deportista, en la cancha Canisio era toda
una estrella que hacía una dupla perfecta con Antonio Serrano. Canisio y
Serrano son leyendas del fútbol Saposoino que merecen no solo un comentario,
sino, los nombres de estos dos ilustres personajes ya están escritos con letras
y tintas especiales en las páginas doradas de la historia de nuestros corazones.
Pero, Braulio estaba allí, junto a Canisio y Antonio. Si en la cancha eran
auténticos acróbatas, que hacían maravillas con el balón; en cambio, en las
calles quedaron embelesados y sucumbieron ante las arrebatadoras bellezas de
las mujeres saposoinas. Se unieron a sus parejas, formaron sus hogares y se
quedaron a vivir en Saposoa. Braulio nos dejó producto del cáncer. Que su alma
more en el reino de Dios. La esposa e hijos reciban las condolencias mas
sentidas por esta irreparable pérdida.
Níler Perdomo también nos dejó. Hace tres
años, tras sagaces movidas de Martha, su esposa, Niler fue sacado de un centro
hospitalario de Tarapoto y trasladado a Lima, fue internado y operado al
corazón. La recomendación principal era no realizar esfuerzos. Junto a Waldemar
Rengifo, Teófilo Ríos y Reynaldo Solsol, eran los cuatro trabajadores de la
Agencia Agraria Saposoa, naturales del distrito de Sacanche. “Esta es una
invasión de Sacanchinos” comenta un visitante a dicha Agencia; y además agrega,
que en la Agencia de Bellavista ocurre lo mismo. “No es que está mal, sino que
son los resultados del antiguo Colegio Agropecuario de Sacanche, que formaba
técnicos agropecuarios; así como el Colegio Industrial de Saposoa formaba
carpinteros y metalúrgicos” inquiere otra persona. Níler estaba construyendo
una casa en el asentamiento humano Francisco Izquierdo Ríos. Estaba iniciando
el techado. Le llegaban las calaminas y se dirigió a verificar. Al despedirse
de sus trabajadores y subir la moto sufre el infarto cardíaco. Le llevan al
hospital y fallece. Pero, antes de dirigirse a su construcción, en la Agencia
Agraria ofrece dar unas vueltas a la secretaria Nancy como quien realiza
algunas gestiones laborales. Al retorno, Niler canta y mueve el cuerpo al son
de una cumbia. Alguien le informa de la venta de lotes urbanos en el sector
cancha vieja, “como a ti te gusta construir”, le bromea. “No coleguita, ya no
quiero mas lotes aquí en la tierra, quisiera uno en el cielo” fue la respuesta
categórica. Seguía bailando. Agrega que tiene un almuerzo histórico con
familiares que llegaron de Lima, de Juanjui y Tarapoto. El acto se realizaría
en su chacra de Piscoyacu donde produce abundante y dulce naranja. “Ya todo
está listo. Mi mujercita ha hecho un rico preparado sacanchino, con bastante
maní y bujurquis gordos” agregó en medio de ancha sonrisa. Se despidió de sus
colegas, subió la moto y se fue. Y Niler se fue para siempre de esta tierra y
ahora está en el cielo con Nuestro Dios Padre. Que descanse en la paz del
Señor.
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