Luis
Ordóñez
“No. Hay un cambio
actitudinal de estas nuevas generaciones”, asevera Lisho enfáticamente.
“Nosotros somos hijos de migrantes y hasta ya somos abuelos también, jajajaja.
Nacimos en esta selva bendita, nos dio la luz del día, el alimento, el aire, el
agua y ahora la tierra para seguir la tradición agraria de nuestros padres. Ya
nos sentimos selváticos jajaja” agrega.
El grupo está sentado en la orilla de la quebrada, bajo el manto
verde de copas arbóreas. Tiran pequeños terrones al centro del pozo, provocando
la llegada masiva de pequeñas anchovetas. Los movedizos boquichicos por
momentos se colocan de costado, dejando relucir sus blanquecinas escamas. En la
parte alta de las copas los shanshos se dejan notar por sus movimientos torpes
y graznidos característicos. En la penumbra del interior del pequeño bosque
vuelan decenas de aves de diferentes especies: pipitps, suisuis,
tomásconcheros, pucushqueros, chuacos. En la parte más alta del árbol mayor,
canta despreocupada una preciosa torcaza. Los insectos no están ausentes, hay
ishichimis, izulas, curuhuinsis, indaneras. Al fondo, una casa de campana
avispa cuelga de una delgada rama.
Este pequeño bosque de la orilla de la quebrada, que en buena
cuenta es la faja marginal, es el habitad de estos animales silvestres.
-
Nosotros
estamos plenamente conscientes de la importancia que tienen las fajas
marginales – rompe el silencio Lisho; luego añade – pues, si nuestros padres
cometieron errores bárbaros con esta generosa selva, para eso estamos nosotros,
si bien no se pueden reparar esos errores, al menos, estamos convencidos, que
son actitudes que no debemos cometer ahora.
-
Y no solo
cuidamos las orillas – interviene la esposa, una mujer de ojos de gata, de tez
blanca – sino, controlamos el ingreso de gente extraña a la quebrada.
-
Pero, si el
agua es de todos – increpa una persona natural.
-
Está bien, el
agua es de todos – responde la señora de Lisho -, pero, la gente que viene a la
quebrada con fines de pesca, tiene malas intenciones.
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¿Cómo así?
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En su talega
trae barbasco machacado para envenenar las pozas, por tanto envenena toda la
quebrada. O trae huaca machacada, en reemplazo de barbasco, también para
envenenar el agua.
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Ah.
-
Pero, no solo
eso. En el recorrido por el curso de la quebrada, esta persona coge frutas de
las huertas, plátanos, yuca. E incluso, agarra a las gallinas y patos. Con la
ronda ya hemos analizado todos estos puntos. Por eso mejor nada. Si quiere
pescar, que se dedique a la piscicultura en su terreno.
Casi todo el recorrido del curso de la quebrada está con fajas
marginales boscosas. Los agricultores cuidan sus fajas, evitan el ingreso de
pescadores furtivos. El agua cristalina de la quebrada es utilizada para el
consumo y para el baño diario. Reciben permanentemente la visita de turistas
internos y extranjeros. Se bañan en estas aguas frescas, limpias y
transparentes, observando el nadar libre de los peces y el volar cadencioso de
las aves.
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