La descentralización del fútbol peruano, ocurrida en 1966, no solo sirvió para incorporar equipos de provincias al torneo profesional, sino que también dio inicio al más ambicioso proyecto de un torneo amateur único, con la intervención de todas las ligas distritales del territorio nacional. Sus inspiradores le denominaron “Copa Perú”.
Atrás habían quedado los Campeonato Nacionales, en que intervenían las representaciones amateurs de cada departamento, con Final de gran convocatoria popular en el Estadio Nacional,
La “Copa Perú” debía llenar un vacío dentro del sistema futbolístico, pues el naciente Campeonato Descentralizado, requería su funcionamiento para mecanismo de ascenso y descenso, para los equipos provincianos.
En Lima no había problema, pues se seguía el mismo sistema para ocupar la plaza del equipo que descendía, con el campeón de la Segunda, inicialmente llamada de Ascenso. Y a esa categoría iba el equipo que terminaba último en el Campeonato.
Para el primer Campeonato Descentralizado se había invitado al Atlético Grau de Piura, Melgar de Arequipa, Alfonso Ugarte de la Libertad y Octavio Espinosa de Ica, ante la negativa del Juan Aurich de Chiclayo.
Largas horas debieron deliberar los directivos del Comité Nacional de Deportes, con su presidente, Víctor Nagaro, a la cabeza y el aporte de Bernardo Batievsky, con el presidente de la Federación de Fútbol, Gustavo Escudero y el de la Asociación Central de Fútbol, Augusto Moral, y el periodista deportivo Rodolfo Espinar Ilich.
Este último había lanzado desde las páginas del diario “Expreso”, fundado en octubre de1961, la idea de un torneo totalmente novísimo, ambicioso, en el que debían intervenir todos los clubes, de Primera, de las ligas distritales de todo el país, con el incentivo de irse reforzando, con jugadores de sus localidades, en la medida en que iban avanzando en las competencias. Era una idea revolucionaria, pues son más de mil los distritos del territorio patrio, de costa, sierra y selva. Espinar propuso el nombre de “Copa Perú” y los dirigentes aprobaron la idea.
Era impresionante como describían los corresponsales de los medios de comunicación escritos y radiales, los desplazamientos y la serie de problemas e inconvenientes que debían salvar sus equipos, para poder estar representados donde les tocaba jugar, viajando en camiones y hasta en botes o balsas en los ríos de la selva.
Se crearon, también, seis regiones, cuyos campeones venían a jugar un Hexagonal final en Lima, con llenos impresionantes, para determinar al vencedor, que debía reemplazar al último de los provincianos del Descentralizado.
La Copa Perú era un bello e inmenso trofeo bañado en plata, que el equipo campeón obtenía por un año, con derecho a inscribir su nombre en determinado lugar. Hasta la década de los setenta mantuvo el interés inicial. Pero cambios en la organización de los Campeonatos Descentralizados, con mini tornos zonales, llamados Regionales, ordenados desde la Federación de Fútbol, permitieron el acceso fácil de algunos clubes, que preferían este sistema al riesgo y gasto en la “Copa Perú”.
LOS PRIMEROS CAMPEONES ERAN UNOS VERDADEROS DIABLOS
En esa época, este modesto servidor, practicaba el periodismo con una vocación e interés singular. Acababa de dejar «Expreso» y «Extra» para seguir en «Ultima Hora», un vespertino que parecía echo a la medida de un redactor inquieto, de barrio, con unas ganas tremendas de desentrañar las noticias. Esa primera Final de la Copa Perú en Lima, quedó grabada para siempre en el alma y sentir del joven periodista.
Para esta primera Final clasificaron Melgar de Arequipa, Colegio Nacional de Iquitos (CNI), Juan Aurich de Chiclayo, Cienciano del Cuzco, Alfonso Ugarte de Chiclín, Trujillo, y el Octavio Espinosa de Ica, que acababa de perder la categoría en el Descentralizado 1966.
Como Lima ya era una cosmópolis, repleta de familias venidas del Perú profundo, cada fecha era un lleno impresionante en el Estadio Nacional. Y desde la primera fecha el equipo del Alfonso Ugarte, con juego preciosista y bullidor, se ganó el afecto de los aficionados, pues justificaban plenamente su apelativo de los “Diablos Rojos” de Chiclín, el equipo trujillano que había dado dos grandes arqueros al país, José Soriano y Juan Honores, destacados en sus presentaciones en la capital y en el fútbol argentino.
Por eso no sorprendió que los “Diablos Rojos” ganasen en magnífica lid y en vibrantes partidos la primera versión de la Copa Perú. Tenían un volante creativo «Chicamero» Quispe y un atacante, Manuel Suárez, también de baja estatura y hasta algo gordito, pero eximios con la pelota y eficaces contra la valla contraria. Su técnico era el reconocido Ángel Fernández Roca, un argentino hablantín, quien había sido contratado por la Federación de Fútbol para dirigir nuestro seleccionado en el Sudamericano de 1942, en Montevideo, Uruguay. Y como muchos, se quedó en nuestro medio.
Al final los equipos ocuparon las siguientes posiciones: Alfonso Ugarte, campeón, 8 puntos; Octavio Espinosa, segundo, 7 puntos; Juan Aurich, tercero, también 7 puntos; FBC Melgar, cuarto con 5 unidades; CNI, quinto, con 2 y Cienciano último con un solo punto. Por determinación del Comité Nacional de Deportes ascendieron los cuatro primeros.
APARECE MANUCCI Y AURICH VA A LA COPA LIBERTADORES
Al año siguiente, aparece otro club de Trujillo, el Carlos Manucci, quien se alza con la segunda versión de la “Copa Perú”, torneo que había calado hondo en el alma popular.
Se hace del título en forma invicta y asume el lugar de los “Diablo Rojos”, que en el Descentralizado del 67 no cumplen las actuaciones de la “Copa Perú” y pierden la categoría.
Pero lo importante, en la historia del fútbol peruano, es que el Juan Aurich de Chiclayo, en el campeonato Descentralizado de 1968, iguala el título con Sporting Cristal, que ya era entrenado por Waldir Pereyra, Didí. Y aunque pierde la corona por ajustado 2-1, se convierte en el primer equipo provinciano en jugar la Copa Libertadores de América.
El equipo era entrenador por Sabino “Tano” Bartoli, argentino, quien había llegado comenzando los cincuenta, para jugar por el Atlético Chalaco y se quedó en nuestro país para seguir como entrenador, especialmente de equipos de provincias. Y miren el equipazo que había logrado armar Bartoli: Sanuinetto; Ramos, Castrillón y Vilchez; Astupuma y Castañeda (el «Cachorro»); Próspero Merino, José Charum, Eladio Reyes, Hugo Lobatón y Nemesio Mosquera. También estaba el argentino Mario Catalá, el arquero Mendoza y el atacante Sáenz.
Luego llegaron Unión Huaral, con el genial Pedrito Ruiz, y Melgar de Arequipa, que lograron los primeros títulos para los equipos de provincias, y ya en el presente siglo la Copa Sudamericana y la Recopa que obtuvo Cienciano del Cusco, con el recordado grito “¡Si se puede!”. Dos entregas que siguen a la presente… Hasta entonces
No hay comentarios:
Publicar un comentario