domingo, 28 de febrero de 2010

EL SERVICIO: UNA ACTITUD DE VIDA

Cada mañana cuando vamos a trabajar tenemos dos alternativas: orientarnos a servir u orientarnos a pedir. Cuando pedimos no tenemos seguridad de recibir lo que queremos. Cuando servimos no podemos evitar recibir lo que más necesitamos.
Cuentan que un rosal discutía con un árbol de mango sobre cual de ellos era más generoso. El rosal decía que era él, por la alegría que generaba la belleza de sus rosas. El mango le respondió: ”¿Cómo puedes llamar a eso generosidad, si clavas tus espinas a quienes quieren coger tus rosas? A mí en cambio, me tiran piedras para sacar mis mangos, y aún así les entrego mis frutas con mucho amor.

Actuar en la vida como el árbol de mango es muy difícil. Cuando nos tiran piedras, es decir nos insultan, ignoran, enjuician, desprecian, nuestro ego sale en nuestra defensa y exige sus derechos. El ego nos orienta a buscar nuestro propio interés. El servicio es lo opuesto al ego, nos hace pasar por encima de nosotros mismos.

No es indispensable que se haga servicio en un asilo de ancianos o en una clínica para niños enfermos. Se puede hacer en cada interacción con otro ser humano. Por ejemplo, saludando con cariño a las personas, escuchando atentamente sus problemas, siendo comprensivo con quienes cometen errores, enseñando a nuestros subordinados y en general siendo consciente de las necesidades de las personas.

Cuando Ud. toma una actitud de servicio en la vida, logra mayor paz y tranquilidad, los problemas le afectan menos porque su mente se usa para solucionar las dificultades y no para buscar culpables. Quienes hacen servicio desinteresado saben que no existen momentos en la vida de mayor felicidad. Si embargo, encontrar la felicidad no es fácil. Una táctica muy usada en el fútbol americano, es hacerle creer al equipo opositor que una persona del equipo tiene la pelota para que pueda acercarse sin obstáculos a la meta.

En la vida todos perseguimos la felicidad, pero muchas veces es una pelota imaginaria. Lo peor de todo es que nos engañamos cuando asumimos que nuestra felicidad depende de conseguir ciertos logros y alcanzar posiciones en la empresa, o ser reconocido y con prestigio. La felicidad no está en los logros, está en el camino a ellos. La felicidad no hay que perseguirla, ya está en nosotros. Solo tenemos que hacer que aflore. Servir es una forma eficaz de lograrlo.

Al sur de Lima hay zonas de desierto que tienen agua a pocos metros de profundidad. El desierto es totalmente árido, pero si excavamos, encontramos agua pura que nos permite cultivar las tierras. Lo mismo ocurre con la felicidad. Nuestra vida es muchas veces como este desierto: árido, seco e infeliz. Al servir, excavamos en nuestro interior y permitimos que aflore una fuente inagotable de felicidad.

El ser humano busca la felicidad, pero en el camino el ego lo manipula para cambiar su objetivo. Por ejemplo, una persona quiere hacer deporte para mantener su cuerpo sano. Aprende tenis, lo practica, le gusta y empieza a competir. Empieza a ganar competencias. Ahora decide ganar los torneos y es lo único que quiere. Ha olvidado su objetivo inicial de mantenerse sano. El tenis ahora lo angustia y tensa, le trae frustraciones. Ha logrado justamente lo opuesto de lo que originalmente quería. Lo mismo nos ocurre en la vida. Por la competencia y globalización intensa, estamos inmersos en una batalla campal compitiendo para ganar.¿Es ese nuestro objetivo en la vida o nuestro objetivo es ser feliz.?

La felicidad interior aflora cuando hacemos servicio. También en los momentos simples que compartimos con nuestros seres queridos o cuando encontramos un balance y equilibrio en nuestras vidas. Evalúe si realmente está Ud. en la búsqueda de la felicidad o si su ego lo está engañando.

Carlos Velásquez Sánchez

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