Carlos Velasquez Sanchez
La cuenta regresiva ya empezó, los Alcaldes cumplirán este mes de Junio 42 meses de estar ocupando tan importante cargo por mandato popular y convendría por lo mismo, que por decisión propia empiecen por hacer un inventario y balance de su accionar al frente de las Municipalidades, sean distritales o provinciales, para a conciencia medir con realismo los resultados de sus gestiones y si en realidad pueden aspirar a una reelección o si por el contrario deberían ir preparando maletas, pero eso sí, dejando la casa en orden, para que otros ocupen el sillón municipal que en algunos casos solo sirvieron para calentar el asiento y en otros para pretender entornillarse en el cargo, como si ser Alcalde es el negocio de sus vidas.
Algunos por cierto saldrán con la frente levantada, pero otros, y quizás sea la mayoría, no sabrán esconder su irresponsabilidad. Hay quienes tendrán que dirigirse a la opinión pública para dar cuenta de cómo se invirtió el dinero del pueblo, como se han manejado las partidas y como se ha trabajado en busca de la unidad.
Habrá, otros que haciendo gala de una soberbia enfermiza alimentada por la incapacidad, tendrán la osadía de afirmar que si cumplieron con el pueblo, pero no serán capaces de explicar porque en sus balances existen déficits y porqué, en el caso de los Alcaldes distritales más permanecieron en las ciudades capitales de provincia y en el caso de algunos provinciales, porque realizaron viajes fuera del país, no una sino varias veces, y cuánto gastaron en los mismos y que resultados obtuvieron.
Si entendemos como una práctica democrática las elecciones municipales, debe entenderse también que la democracia exige y garantiza la participación del pueblo en las decisiones del gobierno municipal y no solo exigir su participación cuando hay que realizar algún trabajo comunal.
Ahora, que todos los Alcaldes cumplirán 42 meses de gestión, ojalá que en el conteo en retroceso se corrijan entuertos y se entienda que ser Alcalde es una función pública de mandato popular y no la oportunidad de enriquecimiento y de despilfarro, como, lamentablemente, ocurre en determinadas Comunidades.
Ojalá el tiempo que queda sirva para acentuar lo positivo y desterrar lo negativo.
Algunos por cierto saldrán con la frente levantada, pero otros, y quizás sea la mayoría, no sabrán esconder su irresponsabilidad. Hay quienes tendrán que dirigirse a la opinión pública para dar cuenta de cómo se invirtió el dinero del pueblo, como se han manejado las partidas y como se ha trabajado en busca de la unidad.
Habrá, otros que haciendo gala de una soberbia enfermiza alimentada por la incapacidad, tendrán la osadía de afirmar que si cumplieron con el pueblo, pero no serán capaces de explicar porque en sus balances existen déficits y porqué, en el caso de los Alcaldes distritales más permanecieron en las ciudades capitales de provincia y en el caso de algunos provinciales, porque realizaron viajes fuera del país, no una sino varias veces, y cuánto gastaron en los mismos y que resultados obtuvieron.
Si entendemos como una práctica democrática las elecciones municipales, debe entenderse también que la democracia exige y garantiza la participación del pueblo en las decisiones del gobierno municipal y no solo exigir su participación cuando hay que realizar algún trabajo comunal.
Ahora, que todos los Alcaldes cumplirán 42 meses de gestión, ojalá que en el conteo en retroceso se corrijan entuertos y se entienda que ser Alcalde es una función pública de mandato popular y no la oportunidad de enriquecimiento y de despilfarro, como, lamentablemente, ocurre en determinadas Comunidades.
Ojalá el tiempo que queda sirva para acentuar lo positivo y desterrar lo negativo.
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