Mientras se disfrutaba una reunión bailable, un niño de cinco años,
“fusil” ¨en mano, rondaba por la orilla del bosquecillo de flores del jardín,
como simulando espiar a quién matar. El niño rampaba, avanzaba de rodillas y
hacia ademanes de disparos con el fusil de plástico.
En la televisión se mostró hace poco, niños de diez años, en Perú, en
Irak, entrenando con fusil de verdad, estrategias de guerra y las mejores
formas de matar a las personas.
Estos hechos reales, de personas adultas entrenando niños para matar a
personas, son evidentemente signos de la pronta llegada del Apocalipsis. ¿Se
podría decir que las personas adultas que llegan a estos extremos, son aquellas
que tuvieron pésima formación en su niñez y juventud? Se podría especular que
cuando niños carecían de afecto paternal, cariño maternal, nivel mínimo de
educación, carencia de alimentación, vestimenta, medicina y casa; ausencia de
valores básicos como el respeto, la responsabilidad, la puntualidad, la
solidaridad, el amor a Dios, el amor al prójimo. Esa herencia recibida de niño,
ahora se está pasando a otros niños. Se unen los adultos con similares pasados,
para forjar y luchar en la consecución de un mayor número de niños, acoplándose
a las modernas tecnologías. Así, creen llenar el vacío que llevan sobre sus
hombros desde niños; así intentan satisfacer sus grandes anhelos de venganza
ante una sociedad que supuestamente fue injusta con ellos; así quieren
convertirse en personas importantes que emergen del supuesto anonimato, de la
nada, del socavón social.
¿No habrá otra forma de cubrir esos vacíos sociales? ¿Qué culpa tienen
las demás personas para sufrir muertes, asaltos, insanias siendo inocentes? Los
gobiernos nacionales del planeta deben tomar este tema como política mundial.
Deben encontrarse soluciones sociales viables y ejecutables por todos los
gobiernos del planeta, para frenar las olas violentistas de estas personas. No
es justo también que un puñado de personas del planeta acumule demasiada
riqueza económica, mientras que la gran mayoría adolece de recursos, no tiene
ni siquiera para cubrir necesidades básicas como la vivienda, vestimenta, salud
y alimentación. Tienen que encontrarse estrategias compatibles con la realidad.
Primero, nadie en el planeta debe estar desocupado. Segundo, nadie en el
planeta debe estar en condición de analfabeto. Tercero, nadie en el planeta
debe sufrir hambre, carecer de vestimenta y vivienda. Todos deben tener seguro
de salud y de vida. Cuarto, todos los seres humanos deben respetar el medio
ambiente.
Mientras los reflejos de estas notas lleguen a los políticos del mundo,
los asimilen y pongan en práctica, a diario, la gran mayoría de personas
inocentes seguiremos sufriendo estas actitudes demenciales.
¿Por qué un padre, en vez de regalarle una pelota, un carrito, le regala
“fusil” a su niño? En nuestra sociedad todo es violencia. Los Estados del
mundo, gastan millones y millones de dinero en la compra permanente de armas.
¿Para qué? Para matar a personas. Una película no es buena sino hay matanza de
personas. El que mata mejor y mayor cantidad es el protagonista y se merece un
caluroso aplauso. Los noticieros televisivos subsisten solo si presentan
violencia en todos sus extremos. “La fiesta fue buena”, solo si existe más de
un muerto. “Los partidos de fútbol son buenos” cuando hay violencia, bronca.
En la sociedad peruana, miles de peruanos llevan consigo armas de fuego,
lógico, con la intención de matar a personas inocentes. Los delincuentes portan
armas para robar y matar; la gente del pueblo porta para defenderse, en última
instancia matar para defenderse.
¿Por qué no se apuesta por la vida en vez de la muerte? La bala solo
cuesta un nuevo Sol y ese es el valor de la vida con ese tipo de muerte. En
cambio, la vida cuesta solo en alimentación no menos de quince nuevos soles en
un día. Claro, nuestra obstrucción visual nos permite ver lo fácil. Apostemos por la vida de los demás; y su vida
y la vida de las personas cambiará favorablemente.
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