Luis Ordóñez
Las cabinas de
internet públicas son la solución al problema de ausencia de internet en casa.
El hecho de ser cabinas públicas, facilita el ingreso de todas las personas
interesadas. En cambio, las personas responsables de administrar, hacen caso
omiso a las palabrotas altisonantes y groseras que se profieren desmedidamente,
sin el mínimo respeto a las demás personas que están haciendo uso del mismo
servicio en cabinas adjuntas. Para caer de espalda, quienes gritan y dicen
semejantes palabrotas son niños que no pasan los diez años. Ante la reacción de
las personas mayores, ellos siguen igual, como si carecieran de oídos.
¿Los padres de éstos niños ignoran que sus
hijos hablan semejantes palabras? ¿Los padres han autorizado la visita a la
cabina de internet? ¿El administrador del negocio admite la emisión de
semejantes palabras por algunas monedas que provienen de niños?
La persona hace en la calle lo que hace en
casa. La formación inicial de la persona se hace en casa. No es que en la casa
hace de una manera y en la calle de otra manera, demostrando “su educación”. No
nos engañemos los padres con ese falso concepto. ¿Quiere que su hijo hable bien
en la calle?, entonces, que comience hablando bien en casa. ¿Quiere que su hijo
se comporte bien en la calle?, entonces, que se comporte bien en casa. ¿Quiere
que su hijo sea respetuoso en la calle?, entonces, que sea respetuoso en casa.
El niño mal hablado de la cabina de internet
se supone ha sido autorizado por los padres. ¿Sabe usted como padre o madre, la
razón que tiene el niño para ir a una cabina de internet? Para escribir una
poesía, para escribir un cuento, para leer una novela literaria, para leer las
noticias del día, para leer los resultados de las últimas investigaciones sobre
tal o cual tema, para chatear con tal persona, para enviar un archivo a una
persona, para revisar su faceboock, para revisar su bandeja de entrada, para
hacer una tarea, para jugar, para mirar videos o fotos pornográficos, en fin,
los padres deben conocer las razones por las cuales el niño se está yendo a la
cabina. No es que se va a la cabina de internet sin saber a qué se va. Desde
entonces, los padres le están dando al niño un camino amplio al libertinaje. Si
ahora que está niño, en plena formación como persona, los padres no lo pueden
controlar; cuando sea joven andará simplemente descontrolado. Recién los padres
muestran signos de arrepentimiento y lloran sobre la leche ya derramada. Son
reacciones tardías de padres que creen hacer bien dando soltura y libertinaje a
su hijo aun pequeño. Amar, querer al hijo no es permitirle hacer y decir lo que
quiere; sino, lo que debe hacer y decir. La persona no hace y dice lo que
quiere, sino lo que debe hacer y decir.
Resulta incrédulo que los administradores de
las cabinas de internet se hagan los sordos ante semejantes blasfemias
infantiles. Es que aquellas son altisonantes, como gritos de gorilas
desesperados, que ninguna personas en su sano juicio podría dejar de oír; además,
son por demás soeces, hirientes a los oídos de personas normales, más aún si
provienen de niños menores de diez años, que hace reaccionar hasta al más
pasivo de los seres humanos. Sin embargo, los administradores conviven
parsimoniosamente con tanto bullicio de palabrotas de niños como Adán en el
Edén, disfrutando de los frutos prohibidos.
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