Luis Ordóñez
Los peruanos ya casi estamos agotando nuestra kilométrica paciencia. La inseguridad es tan gigantesca que vemos transitar por nuestras propias narices a jovenzuelos desvariados haciendo pandillaje callejero sin que padres y familiares se den por enterados. Vemos como algunas autoridades, llámese policías y fiscales, forman parte de bandas de “cogoteros” y son capturados con dinero en las manos como producto de flagrante corrupción. Vemos azorados como vice presidentes del país hacen tratos en secreto para favorecer a tal o cual empresa, se supone a cambio de jugosas sumas económicas. Vemos a congresistas de la república enfrascados en temas ligados a la corrupción, a actos reñidos por la ley.
Sabemos que trabajadores y los propios funcionarios de algunas instituciones regionales hacen de las suyas con los bienes del estado. Como si se pretendiera imponer orden por ejemplo, un grupo recibe dotaciones de gasolina; a otro le corresponde el petróleo; otro se encarga de llevar los repuestos de vehículos; otro grupo de llevar plantones de viveros desde provincias lejanas a su chacra; otro lleva a los técnicos e ingenieros jóvenes a podar las plantas de su hermosa finca. Otros cobran los servicios de las maquinarias de las municipalidades y del gobierno regional, como si fuera su maquinaria personal, sin ningún contrato y menos comprobante de pago. Muchos técnicos y profesionales se dedican solamente al negocio de los viáticos. No salen un paso de su sede de trabajo habitual y sin embargo presentan rendiciones de viáticos con boletas, declaraciones juradas e informes, cual novelas cortas fundamentan episodios de viajes ficticios. Existen otras perlas que brillan solas en el firmamento social ante el ausentismo expresivo de autoridad alguna.
Uno que otro trabajador que no recibe estas gabelas encharcadas de corrupción, da a conocer su natural molestia por la vertical discriminación. Estos comentarios se riegan entre los familiares y personas que radican en la región. No es que estas personas quisieran ser “beneficiarias” de ésta ilegal repartija; sino, que no miran con buenos ojos este masivo comportamiento ilegal. Pues, al final, el dinero, los bienes sustraídos por estos malos trabajadores y funcionarios, corresponden a todos los pobladores.
Pero, la molestia mayúscula de la mayoría poblacional es el inexistente reflejo de las autoridades intermedias y finales para colocar el parche inmediato, comportándose como autómatas que miran adrede el cielo mientras a su costado una gran masa de servidores públicos hacen de las suyas con los recursos del estado. Este comportamiento pasivo de las autoridades es adverso al ofrecimiento de campaña de lucha contra la corrupción. Esta forma tonta de encarar, de no poner freno inmediato al mal, molesta en demasía a la gran mayoría de la población, que al parecer, ya se llenó el saco de tanta paciencia y un acto más de corrupción podría desembarcar en manifestaciones civiles muy fuertes.
Los amigos y familiares deben dar buenos consejos a los trabajadores y funcionarios públicos que cometen estos ilícitos, para que desistan de una vez. Ahora sepan que sabemos y no callamos. Por un país y una región exportadora honesta.
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