miércoles, 19 de diciembre de 2012

POLÍTICAS MADERERAS


Luis Ordóñez

   Ya hace más de dos años que el silencio encubre el tráfico de madera. Ya hace más de dos años que los medios de comunicación no mencionan en grandes titulares sobre el decomiso de madera “ilegal”. El común de las personas se imagina que “felizmente ya no hay esos alarmantes negocios ilícitos con la madera en la región”. Por supuesto, que las personas tienen todo el derecho del mundo de equivocarse.

   El silencio comprometedor, empero, se convierte en la catálisis de las personas, que las hace brotar un abanico de pensamientos y hasta sentimientos encontrados. Por un lado, que los decomisos se hacen de manera fraudulenta, de repente empleando formatos impresos duplicados  y triplicados; que las autoridades policiales y regionales dejan pasar la madera previa negociación económica; que la madera decomisada, la de mejor valor económico, va a las empresas madereras y/o carpinterías de “amistades” y familiares de las autoridades del rubro, para el respectivo procesamiento; que las autoridades regionales del más alto rango e intermedios, se hacen los “suecos” ante tamaña anomalía incontrolable, quizá porque de una u otra forma se benefician con unos y otros “mueblecitos” o unos “sencillitos” para el fin de semana.

    El silencio cómplice no solo acusa altisonante el tráfico de inmensos volúmenes de madera; sino que además, muestra con gran claridad la radiografía de una corrupción campante, enquistada en la región y practicada por los “funcionarios sin títulos y con amplia experiencia” de los diferentes niveles; así como manifiesta evidente, que los escasos bosques sobrevivientes de la región, están siendo arrasados y exterminados porque simplemente son bosques sin dueño, carentes de vigilancia y parecería que no hubiesen corazones humanos que aún los amen. Por cada minuto que pasa en el tiempo infinito, hay cientos de árboles arrasados sin misericordia. A este ritmo, dentro de dos años más, que es un lapso muy prolongado, quizá ya no exista un árbol en pie, que la próxima gestión regional, tenga que realizar un verdadero trabajo orientado a procurar recuperar el medio ambiente deteriorado, maltratado y sobre explotado.

   Existen notorias esperanzas de que los hijos de esta nueva generación trabajen de manera planificada por restablecer el medio ambiente de la región, que realmente la aman; existen consensos humanos en las políticas ambientales naturales, en base a capitalizar los sentimientos regionales, en provecho de un pueblo que ansía salir adelante con denodado trabajo mancomunado.

   Siempre se decía: “quien tiene como vocación por la madera, que produzca madera; así como quien tiene vocación por el café, que  produzca café; quién tiene vocación por la ganadería, que produzca ganado”. No sería gracioso que una persona comercialice ganado producido por otra; que venda café producido por otra; que venda madera producida por la naturaleza, que es de todos los peruanos.

   Ante la carencia de una política clara sobre la explotación de la, cada vez más, escasa madera, a decir de los pobladores, hay una abrumadora confusión que favorece a la corrupción, y se colocan garitas en la carretera marginal, como si con ellas se solucionaría la tala de los árboles. El árbol cortado, legal o ilegal ya está cortado. Por ello, para manejar el uso de la madera con responsabilidad, debe existir una política nacional y regional clara. Resulta hasta risible, que se esté fomentando la “participación” de la población para opinar sobre la próxima Ley Forestal, cuando ya no existen bosques.

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