miércoles, 2 de junio de 2010

Una gran hacienda de historia y emoción

Chiclín con el paso de los años

( Martín Carranza)


El poblador chiclinense se ha dado cuenta, con el paso de los años, que las crisis son coyunturales, ha advertido también que, pese a todo, sabe salir adelante como comunidad que se respeta a sí misma.Los cambios de modelo empresarial fueron acreditados, casi siempre, en su intención lucrativa y no era una novedad. Los propietarios desde su fundación hicieron de este lugar una fuente premiante de formación laboral y de reconciliación sociocultural. Estaba habituado al debate popular.

Como una gran hacienda, han sido dueños de una singular forma de ser que se reprodujo entre todos. Con la partida inexorable de los Larco, la llegada de muchos extraños y la ausencia de los mayores era una nueva realidad. Se convirtió el respeto por lo nuestro en irrespetuosidad alarmante. Se atrevieron a trasformar lo solemne en circunstancia común e irrelevante. Del hecho tranquilo se pasó al festejo ruidoso y exagerado.

En poco más de tres décadas transitaron del autoritarismo a la falta de autoridad. Se enfrentaron entre sí, en nombre de sus desgracias, y se volvieron intolerantes. Han asistido a un periodo cultural desbordante y excesivo. Hay que confiar en que se puede atenuar, sabiendo que no basta con querer, pero es el primer paso.
Todo hombre que nació en esta cálida tierra tiene un libro voluminoso de recuerdos que guardan denotado en su corazón, con una intensa y particular historia que contar. Siempre habrá recuerdos contemplados desde su niñez, recuerdos sustentadores o melancólicos vividos desde la juventud y otros muy tristes y nostálgicos; como cuesta intentar mirar e interpretar la mirada de sus progenitores, con su prolongada vejez a cuestas.

Carlos velasquez S.

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