Año electoral, año
cargado de ilusiones. Hay la percepción que en este nuevo año se concreticen
proyectos que satisfagan algunas necesidades de las poblaciones y de las
familias; sin embargo, existe de por medio el proceso electoral, para la
renovación de autoridades locales y regionales.
En un año electoral, las
actitudes de las autoridades y el manejo de las economías públicas generalmente
traspasan los cánones normales. Por un lado, las autoridades se sienten
sorprendidas que tan pronto pasaron tres años de gestión y que solo falta un
año para terminarla. Que, en la mayoría de las veces la autoridad percibe no
haber satisfecho a su población. Que hay personas, amistades y familiares que
ya no muestran similar empatía como antes de las elecciones anteriores; ahora,
están inclinadas a apoyar a otras personas. Que muchos pobladores perciben que
la autoridad no ha cumplido con los ofrecimientos. Que muchos pobladores se
sienten molestos, porque la autoridad no ha cumplido con los requerimientos
laborales, de apoyo directo como persona; en fin, estos pobladores apoyaron al
candidato con la condición específica de reciprocidad. La actitud generalmente
de estas personas, es decidir el apoyo político a otro candidato, a otra agrupación
política. Pocas son las personas que apoyan a un candidato, a una agrupación
política, por una firme convicción, de que aquel gobierno cubrirá las
expectativas de desarrollo de la comunidad donde viven. El interés por la
comunidad, de muchos candidatos o autoridades y de un grueso de la población,
queda relegado a un segundo o tercer plano, o simplemente está fuera de
“agenda”.
En años o décadas
precedentes, cuando los gobiernos locales recibían menguadas migajas de
Foncomún. Cuando los gobiernos regionales simplemente eran transitorios sin
recursos económicos. Cuando el gobierno nacional era, para variar un poco:
Inelegible, para vergüenza de todos los peruanos; con una Sunat sin presencia;
con una devaluación monetaria sin precedentes, cuando en un quinquenio se
devaluó por completo una moneda y se tuvo que cambiar por otra; cuando la
inflación se encontraba en las nubes, originando el cambio de los precios de
los productos a diario, llegando a valores de cinco dígitos de inflación,
diferente a la de ahora que solo tiene un dígito de inflación anual; cuando el
narcotráfico campeaba casi todas las ciudades del país, vendiéndose
motocicletas, cervezas, carros y artefactos por montones; con vuelos
internacionales de droga de diferentes ciudades del país, con el pleno
conocimiento de las autoridades pertinentes; con dos principales grupos
subversivos que llegaron a matar alrededor de sesenta y cinco mil ciudadanos
peruanos inocentes, solo por no aceptar sus burdos lineamientos politiqueros,
dice de izquierda; con torres eléctricas de alta tensión derribadas; con
puentes destruidos; con carreteras malogradas; edificios destruidos con coches
bombas; con autoridades temerosas que en cualquier momento serían víctimas de
asesinato, solo por ser autoridades. Con escuelas y postas médicas de
pésimas infraestructuras. Es decir, un gobierno nacional en completa
bancarrota, sin dinero, sin una visión clara de desarrollo y sin el coraje de
poner en orden los destinos del país. En aquellos años, emergían líderes naturales,
con la convicción clara de trabajar por el desarrollo de su comunidad, aun a
sabiendas la escasez de dinero en todos los niveles de gobiernos; sin embargo,
el inmenso grado de emoción social que experimentaban, ha permitido desarrollar
sus capacidades, en franca armonía con sus comunidades, como propugnaron los
incas y luego el Presidente Belaúnde. Esta participación comunitaria, como
hasta ahora siguen haciendo los caseríos, por ejemplo en la limpieza de sus
caminos comunales, fue una práctica que reemplazaba a la tributación monetaria.
En un año electoral, los pobladores deben mostrarse
serenos, a fin de no acceder con facilidad al campo magnético del dinero, de
regalos, de chillona propaganda. ¿Por qué un candidato despilfarra excesiva
cantidad de dinero en una campaña electoral? ¿El despilfarro de dinero es por
el bien de su comunidad? ¿Acaso el despilfarro de dinero en una campaña no es
un lenguaje claro de las intenciones comerciales del candidato cuando alcance
su objetivo? El ejemplo evidente actual es el nivel de los congresistas. En su
mayoría fueron seleccionados por dinero. Ahora muestran con sus actos las
intenciones que tenían de candidatos. Entonces, el despilfarro de dinero que
hicieron los candidatos al congreso en sus campañas no fue por el cariño que
tenían a su respectiva comunidad.
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