lunes, 9 de abril de 2012

CRONICA AL FALLECIMIENTO DE ANTONIO ANGULO VASQUEZ

Por Víctor Caro La Torre
Para el cofre de mis recuerdos

El día 20 de junio del año 2011, en Saposoa, a la edad de 84 años, falleció don Antonio Angulo Vásquez, gran hombre, otro personaje ícono de la tradición cultural del lugar, con quien me une una ligazón de infancia, que seguramente ha sido una motivación para estar presente en sus exequias dándole la despedida del viaje sin retorno al cual todos los hombres estamos destinados hacer.
Entre don Antonio, su familia y mi familia ha existido una relación desde mi infancia y juventud, fue compadre de mis padres por ser los padrinos de bautismo de su primer hijo Wilder, con quien nos criamos juntos en el lugar, y por tanto, muchos recuerdos para escribir.
Don Antonio tenía su propia peculiaridad y filosofía de la vida, fue agricultor primero y luego Empleado público del Estado en el Colegio Nacional Antonio Raimondi, también ha sido Regidor en la Municipalidad Provincial del Huallaga con su Capital Saposoa.
Cuando mi padre falleció, mi madre le alquiló a nuestra casa, del cual mi madre se aprovechó para ponerme en la escuela a su cuidado, me impuso la disciplina del hogar, pero con resultados no muy positivos, ya que Yo de niño no tenía todavía el sentido de la responsabilidad, era juguetón, callejero, paseandero y además me hacía la víctima por la ausencia de mi padre, finalmente no aprobé el año y me retrase en mis estudios.
Sin embargo, ha sido el motivo para conocerlo mejor y mantener esa relación de amistad imperdurable, don Antonio ha sido también muy alegre y con gran sentido del humor, en la relación de amigos también tenía sus palomilladas, los sábados o domingos en reunión de amigos cuando estaban con sus tragos cada quien salía a relucir sus palomilladas, don Antonio resaltaba soltándose unos pedos de diferente forma imitando el canto de los gallos, causando carcajadas de los amigos y de quienes le escuchaban, como el mío que desde niño tenía una gran curiosidad por mis mayores, a tal punto que me gustaba escuchar sus conversaciones.
En las fiestas había de todo, como los hay hoy también, donde cada quien tenía su forma peculiar de divertirse, unos bailando, otros tomándose sus tragos, otros buscando pleito para hacerse notar y llamar la atención de los amigos, Jorge Ríos, más conocido como pica piedra era uno de ellos, a don Antonio siempre en las fiestas ya mareado le buscaba lio, don Antonio era muy grande para él, por lo tanto no le hacía caso, hasta que un día no se aguantó, saco su correa, a correazos le empezó a dar, aconsejándole para que nunca más le fastidie, luego lo abrazó y le derribo a tierra y se sentó en su encima, se fumó un cigarro, santo remedio para que Jorgecito pica piedra nunca más le fastidie.
En 1967 cumplí 19 años, como tal en Enero de 1968 me inscribí sacando mi boleta para luego canjearlo por mi Libreta Militar adquiriendo con ello la mayoría de edad, en la época existía estrictamente el respeto por los mayores, mientras uno no adquiría la mayoría de edad, no podía tomarse un trago, fumar un cigarrillo o bailar en una fiesta de mayores.
En Enero de 1968, don Víctor Zatalaya, veló a San Piñón en su chacra Ishichimi, como es la costumbre allá, media noche de velada y media noche de baile, con clarinete tambor y bohombo, Juan Gonzales eran los músicos, Yo, ya tenía mi boleta de Inscripción, después de la media noche de velada empezó el baile, al primer tono de baile saque mi pareja para bailar, a doña Nerea, esposa de Segundo Félix Utia con quien nos une una relación familiar, cuando le saque al bailar me preguntó si ya me había Inscrito, le dije que sí, entonces hay que bailar, como es la costumbre, primero abrazados y luego dándole la vuelta a la pareja lo sueltas para bailar sueltos, haciendo las figuras características de cada bailarín, así lo hice, cuando don Antonio me vio, con su pareja bailando se acercó a mí, me dijo, ¡buena Vitincito! - Me di una vuelta, don Antonio de nuevo, ¡échalo Vitincito! - Como dicen los mejicanos me achicopalé, término la pieza y no baile más esa noche, fue mi primera experiencia de baile en fiesta de mayores.
En diciembre de 1968 decidí irme al Ejercito en Iquitos a servir a mi Patria como todo joven en la Región lo hace, al salir apto en el examen médico, ya se enteraron que Salí apto para el Ejercito, don Antonio al enterarse no ha sido de su agrado, recién había terminado mi tercer año de secundaria y tenía grandes cualidades para el futbol y basquetbol, jugando por mi Colegio en el campeonato Regional, don Antonio por eso se lamentó, porque pude ser útil para el Colegio por dos años más cursando mi cuarto y quinto de secundaria, no sé, si hubiera sido así, porque en Enero de 1969 del Cultural Juanjui, dice se fueron a buscarme hasta en mi chacra para llevarme a sus club, ofreciéndome a terminar mi Secundaria en el Colegio de Carlos Wiesse de Juanjui.
En diciembre de 1970 me di de baja del Ejercito regresando a Saposoa, el 01 de noviembre de 1971 me vine a Lima, quedándome definitivamente a vivir en Lima Haciéndome de mi familia, sin embargo en mis vacaciones de mi trabajo siempre me iba a Saposoa y una de mis preocupaciones ha sido en enterarme de los personajes que han tenido que ver con mi infancia y juventud.
El año pasado, o sea el 2010, para San Juan estuve en Saposoa, cuando pregunte por don Antonio, me dijeron que estaba mal, me fui a visitarle con el viejo Juan, efectivamente estaba mal, sentado en su silla, cuando me presente diciéndole quien soy, ya no se acordaba, divagaba mucho con las palabras, no sincronizaba sus ideas, por lo que no se podía conversar, atiné un rato a escucharlo y luego me despedí dándole un abrazo.
Solo, ya en mi pensamiento, configuré en mi mente lo que es la vida, los años no pasan por gusto, todo lo que nace, crece, se desarrolla, muere o se transforma, es la Ley de la vida, todos en su debido tiempo tenemos que irnos, don Antonio ha vivido sus años, y en los últimos ha sido bien cuidado por sus hijos, su familia y amistades.
El 18 de junio del año 2011, falleció mi tía Tomasita La Torre Rengifo, por lo que tuve que viajar para estar presente con la familia, estando ahí, don Antonio también falleció, por lo que estuve presente, hasta el último instante en el cementerio, observando y acompañándoles a los dolientes, sintiendo también el dolor y la pena por los que se van, la pena es inevitable, pero esa es la Ley de la vida.
Don Antonio, descansa en paz
Y que Dios le tenga en su gloria.

Lima, 08 de julio de 2011.


No hay comentarios: