Quizá la denominación no
sea la correcta, porque Dios es único. Jamás un líder humano puede ser
considerado como tal; pues, solo Jesucristo fue Dios hecho hombre, a expresa
voluntad del Padre. El hecho que un líder humano reciba la simpatía de mucha
gente, por su buena conducta, por sus buenas obras, por la ecuanimidad en su
comportamiento, no significa que sea Dios. El hecho que un líder haya sido
renovado en un cargo público, no significa que es el indispensable y que nadie
más podría cumplir la misma función.
Existen casos en
diferentes partes del mundo: Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia. También existen
casos en Perú: Presidentes Velasco, Fujimori. También en gobiernos regionales y
locales.
En el caso de un
gobierno democrático, el candidato generalmente de auto denominación
izquierdista, ni menciona de su malsana intención de re elección inmediata. En
cuanto asume el cargo presidencial, lo primero que hace es tratar de torcer la
Carta Magna para facilitarle el camino a una reelección, como si el pueblo ha
votado mayoritariamente para esa función ¿Cómo va votar el pueblo para algo que
el candidato no mencionó en la campaña, y además contraviene a la Ley de Leyes?
Sin embargo, el reciente Presidente no solo anuncia sino mueve todas las tretas
para conseguir el objetivo. La siguiente fase es adecuar las demás normas
legales y rodearse de funcionarios obligados a cumplir con la meta. El proceso
electoral siguiente está lleno de maña, dirigido, donde la democracia solo
sirve de envoltura. No se dice situaciones subjetivas, pues, todo el mundo
acaba de ver el último proceso de Venezuela y ahora está ocurriendo una fuerte
crisis social, debido precisamente a ésta mala forma de trabajo político.
Empero, esta forma de
endiosamiento del líder no se da en otras esferas mundiales, también se da en
las provincias y en las regiones. Hay un líder que en el entorno jurisdiccional
ha caído bien, por un tiempo. Esa buena experiencia no le da licencia a
endiosarse. El hecho de llegar a tocar la cima de la popularidad, de alcanzar
la empatía de la mayoría de la población, debe hacerle reflexionar que debe
dejar de insistir en lo mismo, para que la gente guarde en su memoria esa
victoriosa experiencia, de buen hombre, de gran líder. Eso significa,
sobreponerse y vencer el ego equivocado de endiosamiento y dar paso a nuevos
líderes.
Las viejas tretas y
caprichosas leguleyadas, no hacen nada bien a la organización política y dejan
mal parado al líder. Nadie lo dice, pero, así piensa la mayoría de la población
de la jurisdicción. Es bueno que el líder abra los ojos al pueblo y que escuche
al poblador más lejano, más humilde. No está bien que el líder se deje llevar
por las voces de los que están a su lado siempre, porque ellas hablan de sus
propios intereses personales y familiares y no expresan necesariamente el
sentimiento mayoritario. Con toda seguridad, la voluntad de la mayoría es que
el líder se ponga a un costado y dé paso a nuevos líderes; pero, sin
condicionamientos caprichosos.
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