Ave nocturna de leyenda, de canto melancólico que claramente expresa: Ayaymama……. huischuhuarqui, cuya traducción dice màs o menos lo siguiente: Ay madre………..porque me has abandonado. Se le escucha generalmente en noches claras de luna y muy pocas veces se deja ver.
LEYENDA DEL AYAYMAMA
En èpocas muy lejanas cuando recièn aparecieron los primeros habitantes en la Selva, una pareja muy joven se habìa instalado en el interior de la Selva y allì vivìan felices en una pequeña chozita. Pronto les vino un niño y luego una niña y para sostener a su familia, el padre se veìa obligado a salir diariamente en busca del sustento, mientras la madre cuidaba a sus hijos y nunca les faltaba nada.
Los niños iban creciendo en la selva sanos y fuertes y a los 3 años ya correteaban por los alrededores de la choza, sin embargo esa felicidad del hogar pronto se vio ensombrecida, cuando un dìa de esos no regresò el padre, ella pensò que quizàs le habìa sorprendido la noche en el bosque y tuvo que quedarse a pernoctar allì.
Al dìa siguiente las horas iban pasando y el marido no aparecìa, la infeliz mujer comenzò a desesperarse y no vacilò en salir a buscarle, en el camino iba llamàndole, golpeaba a las aletas de los àrboles y nada.
Hasta que se dio cuenta de que ya era tarde y pronto serìa de noche, emprendiò el regreso con la esperanza de encontrar a su marido en su choza, hasta que llegò pero encontrò a sus hijos llorando y no habìa el marido. Al otro dìa muy temprano la madre volviò a salir en su bùsqueda y regresò por la tarde con los mismos resultados.
Los niños preguntaban por su padre y ella inventaba una mentira para tranquilizarles, y asì pasaron los dìas, hasta que la mujer se dio cuenta de que la Selva habìa devorado a su marido sin dejar el menor rastro por ningún lado. Y asì pasaron los meses en que la desdichada mujer hacìa de padre y madre de sus tiernos hijos realizando los mayores sacrificios para que no les faltara el sustento diario, pero quiso la fatalidad que un dìa de esos ella se internara en el bosque y no regresara a su chozita.
Llegò la noche y los niños sintieron la ausencia de la madre y lloraron hasta que se quedaron dormidos vencidos por el cansancio y el hambre. El varoncito tenìa tres años y la mujercita tenìa dos años.
Al dìa siguiente la madre no regresaba y los niños seguìan llorando desconsoladamente, comieron algo de frutas que tenìan. Esta triste situación durò una semana, los chicos lloraban llamando a su madre, hasta que llegò el dia en que se terminaron los alimentos. La madre habìa desaparecido en la misma forma que el padre o sea la Selva los devorò.
Y los dos hermanitos desesperados por le hambre cogidos de la mano se internaron en la Selva, caminaron, hasta que dominados por la fatiga y el hambre se sentaron al pié de un árbol llorando largo rato hasta que se quedaron dormidos juntos y sin soltarse de las manos.
No se sabe cuanto tiempo durmieron y cuando despertaron estaban acompañados de una bondadosa anciana que los tenìa en su regazo acariciàndolos, al principio los niños se sorprendieron y el mayorcito le preguntò por su mamà y la anciana le contestò: “He venido enviada por ella, porque ella ha viajado y no regresará, yo les cuidarè y los alimentarè hasta que puedan vivir por sì solos, luego se reproduciràn y poblaràn la Selva, les darè alas para que recorran la Selva en busca de su querida madre”.
Y el Hada buena del bosque les transformò en dos hermosos pajaritos, ya partir de ese dìa siguió cuidàndolos y alimentàndolos en el nido hasta que se emplumaran y crezcan fuertes.
Entonces un dìa el Hada les dijo: “Ya pueden volar, para ir a cumplir su triste misiòn”. Y obedeciendo la orden, los pàjaros abandonaron su nido y volaron en pareja sin rumbo fijo, y hasta hoy siguen volando en la Selva dejando escuchar por las noches su melancòlico llamado a su desventurada madre: “AYAYMAMA……HUISCHUHUARQUI……AYAYMAMA”.
Carlos Velásquez Sànchez
LEYENDA DEL AYAYMAMA
En èpocas muy lejanas cuando recièn aparecieron los primeros habitantes en la Selva, una pareja muy joven se habìa instalado en el interior de la Selva y allì vivìan felices en una pequeña chozita. Pronto les vino un niño y luego una niña y para sostener a su familia, el padre se veìa obligado a salir diariamente en busca del sustento, mientras la madre cuidaba a sus hijos y nunca les faltaba nada.
Los niños iban creciendo en la selva sanos y fuertes y a los 3 años ya correteaban por los alrededores de la choza, sin embargo esa felicidad del hogar pronto se vio ensombrecida, cuando un dìa de esos no regresò el padre, ella pensò que quizàs le habìa sorprendido la noche en el bosque y tuvo que quedarse a pernoctar allì.
Al dìa siguiente las horas iban pasando y el marido no aparecìa, la infeliz mujer comenzò a desesperarse y no vacilò en salir a buscarle, en el camino iba llamàndole, golpeaba a las aletas de los àrboles y nada.
Hasta que se dio cuenta de que ya era tarde y pronto serìa de noche, emprendiò el regreso con la esperanza de encontrar a su marido en su choza, hasta que llegò pero encontrò a sus hijos llorando y no habìa el marido. Al otro dìa muy temprano la madre volviò a salir en su bùsqueda y regresò por la tarde con los mismos resultados.
Los niños preguntaban por su padre y ella inventaba una mentira para tranquilizarles, y asì pasaron los dìas, hasta que la mujer se dio cuenta de que la Selva habìa devorado a su marido sin dejar el menor rastro por ningún lado. Y asì pasaron los meses en que la desdichada mujer hacìa de padre y madre de sus tiernos hijos realizando los mayores sacrificios para que no les faltara el sustento diario, pero quiso la fatalidad que un dìa de esos ella se internara en el bosque y no regresara a su chozita.
Llegò la noche y los niños sintieron la ausencia de la madre y lloraron hasta que se quedaron dormidos vencidos por el cansancio y el hambre. El varoncito tenìa tres años y la mujercita tenìa dos años.
Al dìa siguiente la madre no regresaba y los niños seguìan llorando desconsoladamente, comieron algo de frutas que tenìan. Esta triste situación durò una semana, los chicos lloraban llamando a su madre, hasta que llegò el dia en que se terminaron los alimentos. La madre habìa desaparecido en la misma forma que el padre o sea la Selva los devorò.
Y los dos hermanitos desesperados por le hambre cogidos de la mano se internaron en la Selva, caminaron, hasta que dominados por la fatiga y el hambre se sentaron al pié de un árbol llorando largo rato hasta que se quedaron dormidos juntos y sin soltarse de las manos.
No se sabe cuanto tiempo durmieron y cuando despertaron estaban acompañados de una bondadosa anciana que los tenìa en su regazo acariciàndolos, al principio los niños se sorprendieron y el mayorcito le preguntò por su mamà y la anciana le contestò: “He venido enviada por ella, porque ella ha viajado y no regresará, yo les cuidarè y los alimentarè hasta que puedan vivir por sì solos, luego se reproduciràn y poblaràn la Selva, les darè alas para que recorran la Selva en busca de su querida madre”.
Y el Hada buena del bosque les transformò en dos hermosos pajaritos, ya partir de ese dìa siguió cuidàndolos y alimentàndolos en el nido hasta que se emplumaran y crezcan fuertes.
Entonces un dìa el Hada les dijo: “Ya pueden volar, para ir a cumplir su triste misiòn”. Y obedeciendo la orden, los pàjaros abandonaron su nido y volaron en pareja sin rumbo fijo, y hasta hoy siguen volando en la Selva dejando escuchar por las noches su melancòlico llamado a su desventurada madre: “AYAYMAMA……HUISCHUHUARQUI……AYAYMAMA”.
Carlos Velásquez Sànchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario