“Mucha gente se niega a prestar, no por
maldad sino por miedo a que los despojen sin motivo” (Sirácida: 29:7). “Muchos
consideran el préstamo que se les hace como un regalo, así ponen en apuros a
los que los ayudaron. Mientras no hayan recibido, besarán las manos del
prójimo, se harán los humildes pensando en lo que él tiene; pero en el momento
de la devolución le piden una prorroga, o le pagan con palabras hirientes, o se
quejan de la mala situación” (Sirácida: 29:4,5).
Cuando ocurrieron las primeras invasiones a
estas tierras vírgenes, los naturales no solo otearon la deforestación agresiva
de los bosques naturales y la posesión improvisada de las tierras, sin
brindarle debida importancia, sino que muy a su estilo bonachón, quizá ingenuo
y sincero, abrían los brazos y corazones para integrarlos de inmediato a su
sociedad. Estas experiencias datan de hace cuarenta o cincuenta años. La
invasión fue progresiva. Así como ahora, en aquellos tiempos, nadie decía nada.
La selva, es de todos y no es de nadie. Que se haga cualquier cosa: que se
deforeste, que se destruyan los bosques, que se desaparezca la fauna, la flora,
el agua, el suelo, el aire, que importa, sino es de nadie, siendo de todos.
Teniendo tres poderes del estado, nadie dice nada. Como si los seres humanos no
dependeríamos de éstos recursos que nos dan la propia vida. Como si los tres
poderes del estado no tuvieran como fin supremo al ser humano. Si los tres
poderes del estado no velan, al menos por sentido común, aunque anegase en sus
conciencias y actos cognoscitivos la ignominia, por los recursos que dan vida
al poblador de esta ex majestuosa selva, ¿quién podrá defendernos de ésta
barbarie?
Queda la abrumadora responsabilidad de los
naturales de nuestra selva hermosa, de seguir luchando porque la selva sea
siempre verde, aunque unos dicen y solo son sueños lo que dicen, aunque sean
pocos los naturales que llevan en el alma el sentimiento de la selva. No
importa que unos sueñen solamente o sean pocas las personas naturales de gran
corazón, pero, que se hagan germinar las verdaderas semillas de una selva
majestuosa que ayer fue, que ahora sus hojas verdes van palideciendo, por la
carencia de abono de nuestro amor por las plantas de nuestra selva querida.
Los que ayer fueron recibidos con el corazón
abierto y les permitimos arrasar los bosques vírgenes, los dejamos dejarnos sin
agua y fajas marginales, ahora, no solo tienen la intención de alcanzar los
diferentes niveles de gobiernos, sino, al parecer quieren botar a los naturales
de su propia selva. ¿Dónde están los representantes de los tres poderes del
estado? Que un grupo de personas migrantes falte de respeto a las autoridades,
debe ser tomado en cuenta de inmediato por los “funcionarios”, encargados de
velar por el cumplimiento de las normas establecidas para el desarrollo de un
Estado democrático. De lo contrario, aquellos “funcionarios” están pintados en
el muro de la indiferencia o acaso conocen muy poco las funciones encomendadas.
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