Las insurgencias han vuelto a ser las noticias del dìa, si bien es cierto, que los pueblos tienen derecho a protestar cuando sienten que sus derechos han sido vulnerados o violentados; y existe un derecho a reclamar y protestar, como es el caso que viene sucediendo en las carreteras de nuestra Regiòn San Martín, ademàs Amazonas y Loreto (Alto Amazonas), es porque existen otras circunstancias que son manipuladas por manos negras casi clandestinos y sobre todo camufladas en el afàn polìtico.
Hechos que han repercutido en la tranquilidad de nuestra Regiòn San Martín y que se ha visto afectada en la acostumbrada pasividad que la caracteriza y ahora con esa explosión social que se viene dando en sectores de estas carreteras.
El derecho a la protesta es vàlido, sin embargo èste se convierte en una actitud delictiva cuando aborda circunstancias que escapan a esa lògica de un reclamo, la normativa de un desacuerdo y va tomando matices de vandalismo, toma de instalaciones y otra serie de delitos configurados como penales.
Las agresiones en medio de protesta, el vandalismo y actitudes condenables desvirtùan la esencia del clamor de un pueblo que puede luchar por una causa justa, pero, cuando la polìtica talla con el cincel de la estrategia burda y falsea el diàlogo, entonces se convierte en un vicio condenable.
Existe un derecho a la protesta, pero este debe mantener ciertos màrgenes, ello lo facultarà para llegar a soluciones armoniosas y acuerdos en los que ambos lados de esta batalla abstracta se pongan de acuerdo y no se llegue !Dios no lo quiera! a una batalla concreta, absurda e innecesaria.
Carlos Velásquez Sànchez
Hechos que han repercutido en la tranquilidad de nuestra Regiòn San Martín y que se ha visto afectada en la acostumbrada pasividad que la caracteriza y ahora con esa explosión social que se viene dando en sectores de estas carreteras.
El derecho a la protesta es vàlido, sin embargo èste se convierte en una actitud delictiva cuando aborda circunstancias que escapan a esa lògica de un reclamo, la normativa de un desacuerdo y va tomando matices de vandalismo, toma de instalaciones y otra serie de delitos configurados como penales.
Las agresiones en medio de protesta, el vandalismo y actitudes condenables desvirtùan la esencia del clamor de un pueblo que puede luchar por una causa justa, pero, cuando la polìtica talla con el cincel de la estrategia burda y falsea el diàlogo, entonces se convierte en un vicio condenable.
Existe un derecho a la protesta, pero este debe mantener ciertos màrgenes, ello lo facultarà para llegar a soluciones armoniosas y acuerdos en los que ambos lados de esta batalla abstracta se pongan de acuerdo y no se llegue !Dios no lo quiera! a una batalla concreta, absurda e innecesaria.
Carlos Velásquez Sànchez
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